Saturday, January 12, 2013

Habermas: La religión en la esfera pública

Dr. Andrés Jouannet Valderrama[1]


Resumen
El presente artículo trata sobre el análisis filosófico que recrea Jürgen Habermas sobre la religión y la razón. La perspectiva que se ha desarrollado es la aproximación que lleva al filósofo de la Escuela de Frankfurt a estudiar la religión desde la razón, sin sesgos y cómo se relacionan ambas en el contexto de la esfera pública. Habermas se esfuerza por hacer convivir la religión y la razón en la esfera pública, fundamentalmente por medio de una comunicación tolerante. Así mismo, asigna un rol fundamental a la religión en el desarrollo social, político y cultural de la comunidad democrática. En la plaza pública deben encontrarse tolerantemente los creyentes y los no creyentes, entendiendo que de la relación comunicativa sin exclusiones, puede convivir la religión en un contexto racional.

Introducción
No es una novedad que vayamos a descubrir en este artículo, que Alemania se caracteriza por el alto nivel de sus pensadores. Hacer una lista de éstos sería casi una infamia, por los que uno pudiera olvidar e incluso ignorar, no obstante, a ciertas ecuaciones semánticas, la filosofía alemana es fundamental al momento de enfrentar el plano de las ideas. Es difícil encontrar nación en el mundo con tan prolífera producción en el campo de la tradición filosófica occidental. Así mismo, hay dos áreas en que la filosofía alemana ha puesto especial dedicación; me refiero a la filosofía política y a la filosofía de la religión. Dos ríos de sabiduría germana que trataré de abordar desde la perspectiva de un extranjero que viene de la ciencia política y que arriba esporádicamente al magma de las ideas de la polis y al maná de la fe. No obstante, aunque resulte extraño que un politólogo se adentre en tan complejo mundo de razón y fe, para mi eximición, diré que la politología es hermana de la filosofía y que surgen casi en paralelo en la Grecia clásica, desde los orígenes del pensamiento con sentido sistemático, más allá de la hermenéutica con que se interpreta el fenómeno a comprender. Así mismo, para despejar toda duda y sólo como excurso diré que ambas hermanas tienen un lejano parentesco con una disciplina sobrevalorada en tiempos triviales y tribales, la economía, disciplina reciente y exacta, lo que la ubica en lo terrenal y por tanto sin tener alas, deja a la filosofía y la política el monopolio del vuelo y la capacidad de poder ver tanto desde abajo como desde arriba.
Retorno ahora a lo que esta publicación me ha convocado; la religión y la filosofía, y para eso he recurrido por encargo de los editores, a un hijo (ya que hablamos de familia) de la Escuela de Frankfurt, Jürgen Habermas, prolífico pensador alemán, que originalmente (por ahí a mediados del cincuenta del siglo pasado) agenció como periodista –había que ganarse la vida-, pero que providencialmente (si Habermas me permitiera hablar de la Providencia) Theodor Wiesengrund Adorno, lo invita a participar al reinaugurado Instituto para la Investigación Social en de la Universidad de Frankfurt. De ahí que Habermas se involucre con la investigación social empírica, lo que lo llevará posteriormente a  desembocar en la filosofía, teniendo su primera experiencia académica en la Universidad de Heidelberg y posteriormente ya entrada la década del ‘1960 ocupa un cargo de Professor en la Universidad de Frankfurt, donde sentía que estaba el espacio intelectual para el desarrollo de sus ideas, por tanto ahí se encontrara con el propio Theodor Adorno, con Max Horkheimer, Erich From, Walter Benjamin, Georg Lukács; Fiedrich Polock y Herbert Marcuse. Éstos, entre otros aportes, darían sentido al paradigma crítico (Del Palacio 2005).
También se señala en las aulas de la Universidad de Heidelberg, que Habermas se aleja de la pequeña ciudad de Weber, debido a la diferencia intelectual con el fundador de la Escuela Hermenéutica, me refiero a Hans Georg Gadamer. A pesar del traslado físico de Habermas, se desarrolla el que, sin lugar a dudas fue uno de los más prolíficos debates filosóficos producido en la última parte del siglo XX, entre Gadamer y Habermas; centrado en la universalidad de la hermenéutica, la objetividad del habla y la subjetividad del entendimiento; en este sentido señala Habermas “Es solo con la «orientación por la verdad» -que opera en el examen crítico de las pretensiones de validez incondicionales- cuando entra en juego una idealización que parece exagerada, ya que dilata el sentido kantiano y el sentido platónico de la «idealización» hasta convertirlo en una conexión a todas luces híbridas. Dado que nuestro contacto con el mundo está mediado lingüísticamente, el mundo se sustrae tanto a un acceso directo de los sentidos como a una constitución inmediata a través de las formas de la intuición y los conceptos del entendimiento.” Así mismo, Habermas agrega “La objetividad del mundo, esta objetividad que suponemos en el habla y en la acción, está tan fuertemente imbricada con la intersubjetividad del entendimiento sobre algo en el mundo que no podemos burlar ni ir más allá de este nexo, es decir, no podemos escapar del horizonte de nuestro mundo de la vida intersubjetivamente compartida, un horizonte que se nos abre a través del lenguaje”. Finalmente, Habermas señala sobre el punto, en directa alusión a Gadamer: “Esto no excluye sin embargo una comunicación que pueda superar los límites de los mundos de las vidas particulares. Podemos superar reflexivamente nuestras diferentes situaciones hermenéuticas de partida y llegar a concepciones intersubjetivamente compartidas sobre materia discutida. Es lo que Gadamer describe como fusión de horizontes” (2006: 49-50)[2].
No obstante lo anterior, Habermas coincidirá en muchos puntos con Gadamer –además de su amistad-, sobre todo en el sentido de lo que Hannah Arendt evidencio como el acto de la comprensión, que tendría que tener un sentido sintético en la historia (histrory) y relato (story) o en cuanto a su desarrollo, lo cual mostraría una unidad concordante o sentido de racionalidad común (Gadamer 1965: 289 et al) [3].

La razón y la fe
Habermas es un filósofo que se introduce a la fe desde la razón, entendiendo que la filosofía y la religión se pueden conjugar en la plaza pública, o como él denomina en la esfera pública, guardando cada una la naturaleza que le corresponde conjugar.
Para Habermas, la religión puede coexistir con la filosofía en la esfera pública, debido a que en esta dimensión se debe expresar la razón, la que nace de la relación comunicativa racional entre plurales y no singulares, como él mismo señala “… la triada conceptual de esfera pública, discurso y razón ha dominado mi trabajo científico de mi vida política” (2006: 20). Lo anterior, se debe ponderar debido a que Habermas, desde la política, ha confrontado el paño de ideas inspiradas exclusivamente en la razón. Su vida ha influido en el desarrollo de su pensamiento; sus problemas de infancia para poder comunicarse de forma adecuada, debido a su dificultad lingüística producto de la nasalización de su habla, generan en él la preponderancia que asigna a la comunicación y sobre todo a la palabra escrita, por sobre la oralidad, la cual tiene un mayor grado de intersubjetividad, dada la temporalidad y contexto ya sea del debate (Diskurz) o a la alocución, que en cualquier caso es una expresión que requiere de un receptor contemporáneo que en el acto procese hermenéuticamente un discurso.
Una segunda cuestión que marcan las ideas de Habermas, dice relación con la dramática historia política reciente que vivió Alemania, me refiero a la sociedad nazista hitleraina y la Segunda Guerra Mundial, que cruzan a nuestro filosofo en la adolescencia. Posteriormente a ello y marcado por esa cruda experiencia, que es una cicatriz permanente en la vida y naturalmente en la filosofía alemana, a Habermas le corresponde vivir un periodo de destape filosófico e intelectual. Dejemos que el propio filósofo nos relate el modus vivendi de aquella agnóstica primavera intelectual: “A partir de 1945 se abrieron las puertas al arte del expresionismo, a Kafka, Thomas Mann y Hermann Hesse, a la literatura mundial anglosajona, a la filosofía contemporánea de Sartre y de los católicos franceses de izquierda, a Freud y a Marx, también al pragmatismo de John Dewey, cuyos discípulos influyeron masivamente en la denominada reeducation. El cine contemporáneo traía también mensajes estimulantes. El espíritu liberador y revolucionario de la modernidad encontró su encarnación visual más convincente en el constructivismo de un Mondrian, en las frías formas geométricas de la arquitectura de la Bauhaus… «Democracia» era para mí la palabra mágica, no el liberalismo anglosajón.” (2006: 26).
Una tercera variable que influye en el proceso y evolución de la naturaleza habermasiana, tiene que ver con la relación que construye con el existencialista Heidegger, desde su contemplación en Ser y tiempo, mirado por intermedio de los ojos de Kierkegaard, pasando por el artículo de periódico titulado: “Pensar con Heidegger contra Heidegger”, donde aún conservaba cierto respeto por el autor de “Caminos de Bosque”, hasta la desafección total por el hecho de la negación de responsabilidad político moral, del que Habermas consideraba el filosofo nacional socialista, en lo que fue el genocidio. La filosofía de Habermas se fue construyendo desde las personas en la plaza pública, en contra de estereotipos como el del propio Heidegger, Carl Schmitt, Ernst Jünger o Arnold Gehlen, los cuales él asociaba al “síndrome de Weimar”, dado que expresaban esa filosofía de espalda a la esfera pública. Este tipo de pensamiento, según el autor de “Strukturwandel der Öffentlichkeit” (transformación estructural de la esfera pública)[4], ponderaban el silencio frente al diálogo, la regularidad del mando y la obediencia frente a la igualdad y la autodeterminación (Habermas 2006: 27-28).
La naturaleza filosófica de Habermas se instalaba en el Instituto de Investigación Social de Frankfurt como asistente de Adorno, y desde ahí su vocación por el espacio público como militante de la sociología y filosofía política. “El fenómeno general del «espacio público», que surge ya en las sencillas interacciones, me había interesado siempre por la fuerza secreta que posee la intersubjetividad para congregar cosas diferentes, sin asimilarlas unas a otras. En los espacios públicos, pueden leerse las estructuras de la integración social. En la constitución del espacio público se revelan con rapidez los trazos anómicos de las ruinas o las grietas de la comunicación represiva.” En este sentido, Habermas considera que: “Bajo las condiciones de las sociedades modernas gana, en especial, el espacio público político de las comunidades democráticas en una significación sintomática para la integración de la sociedad” (2006: 28-29).
El intelectual en general, tiene una marca indeleble de su historia y de su militancia de ideas y Habermas no es la excepción, sin embargo, el listón de filósofo se lo da una característica que en Habermas es muy visible, su condición adogmática y propensión por desechar los anti ideas. Es en este punto, donde Habermas consciente de que en la esfera pública existe un elemento subjetivo de una importancia mayor, tanto así que es capaz de eclipsar a la propia filosofía; me refiero a la religión, es que se dedica a intentar descifrarla.
La aproximación de Habermas a la religión, viene provista de la armadura de la razón, por lo cual su intención no es la descalificación ni la exaltación, el interés es intentar dilucidar qué rol juega la religión en el contexto de la esfera pública, en el mundo social: “Como miembros de un grupo social comparten determinadas prácticas y orientaciones de valor, reconocen determinadas normas comunes, están habituados a determinadas convenciones” (Habermas 2006: 52).
Lo interesante de todo este asunto, es que Habermas reconoce a la religión como tal y se refiere fundamentalmente al cristianismo, producto de su objetiva influencia en el desarrollo de la cultura “cristiano occidental” que, si bien dicha sociedad ha recogido diversos elementos de otras culturas para el desarrollo de su evolución, es indiscutible la influencia que la cultura cristiano occidental ha ejercido en el mundo moderno y contemporáneo.
Una vez señalado y aceptado esto, Habermas también observa que al confrontar a la religión en la época contemporánea, se invoca a ésta desde el contexto de la secularización que ha ido viviendo la sociedad desde el periodo de la ilustración, y en este camino ha sido justamente la razón la que ha ido ubicando a la religión en un plano que es secundario y muy distinto al apogeo escolástico, antecesor de la filosofía moderna.
El proceso de secularización, la preponderancia del Estado moderno y su burocracia, hacen aparecer el primer quiebre entre religión y sociedad, toda vez que el Estado se independiza de la religión y el poder civil influye exclusivamente en la política, dejando la ética en manos del Estado y la moral más cercana a los pulpitos y confesionarios, sin pretender que la moral solo es regida por la religión. Por tanto, la ética se relaciona más con lo público; y la moral, aun cuando tiene una dimensión pública, se inserta y se acomoda más en el mundo de lo privado[5]. En este, sentido para Habermas la moral es una dimensión de estándares valorativos concordantes, consensuados, pero no regulados en uniformidad en el espacio de lo privado. Por su parte la ética está relacionada con la “imparcialidad”, la que a su vez se vincula al sentido de justicia, que deviene en “pretensiones de validez cognitiva”, los que a su vez provienen de “procesos de aprendizaje moral”[6]. Ahora bien, existen puntos de conexión donde moral y ética debido a su naturaleza común, van a tocarse, más no combinarse, y dicen relación con las pretensiones de validez no controvertidas, aquellas aceptadas como “universalismo igualitario”; por ejemplo “no matar”, “no robar”; en ambos casos la moral y la ética juzgan de acuerdo a su proceso normativo desde el dogma o la ley. Sin embargo, cuando se señala “no desearás la mujer de tu prójimo”, moral y ética tienden a diluirse respecto del juicio en cuestión; nadie va preso por adulterio en las sociedades democráticas occidentales, sin embargo desde el punto de vista moral, es un hecho altamente reprobable. Esta discusión es muy estimulante y contemporánea, así por ejemplo, por poner algunos temas en debate; el aborto, las uniones o matrimonios de personas del mismo sexo, entre otros. Como señalara el propio Habermas en la conferencia que diera en la Academia Católica de Baviera, junto al entonces cardenal Joseph Ratzinger: “Sin embargo, si entendemos el proceso democrático como método para generar legitimidad partiendo de la legalidad –y no de forma positiva como defiende Kelsen o Luhmann- no surge ningún déficit de validez que precise la ética. Frente a la concepción del Estado constitucional proveniente del hegelianismo de derechas, la concepción de procedimientos inspirada en Kant insiste en una justificación autónoma de los principios constitucionales, con la pretensión de ser aceptables racionalmente para todos los ciudadanos” (Habermas 2008:15).

La religión y la secularización
Habermas reconoce que el cristianismo está cruzado por la helenización, si bien no fue un proceso natural, la teología de la edad media aprovechó la filosofía griega para darle un significado a la existencia, por lo que la razón natural se justificaba en la revelación. El cambio sólo se produce en los albores de la época moderna, coincidiendo con el cuestionamiento al soberano absoluto, por tanto este cambio, este novum modus vivendi se produce con el nacimiento del Estado como institución garante de las seguridades. Es el momento de la razón (de la rationis), donde nace la ideología, heredera de la díada del tríptico francés, libertad e igualdad -convengamos que es un tríptico-, por tanto la tercera pata de esta mesa revolucionaria queda eclipsada; la fraternidad. Si bien la filosofía racional posmetafísica ya venía estacionándose en el debate de la existencia, van a ser los acontecimientos posteriores a la Revolución Francesa los que van a guiar la discusión de la filosofía como herramienta de la razón. Es sintomático que en este debate surjan la izquierda y la derecha, representadas por igualdad y libertad respectivamente. Pero por su parte, la fraternidad que está relacionada directamente con Cristo y los acontecimientos de los apóstoles, no sólo queda relegada a un segundo plano, sino que desaparece casi por completo del debate filosófico contemporáneo (Marcel 1992).
Excurso: “La fraternidad es un concepto que va más allá del campo de la política, históricamente se le ha vinculado a la causa cristiana. La fraternidad en Jesucristo, promueve una comunidad coparticipe de principios valóricos que los distinguen de otras comunidades” (Jouannet 2011: 147). Como señala Piero Coda, la fraternidad es original y fundamentalmente cristiana, dado que nace a partir del acontecimiento de Jesucristo, por eso se destacan los primeros conceptos de los apóstoles, quienes utilizaban el siguiente lenguaje: “adelphós (hermano), adelphótes (fraternidad), philadelphìa (amor fraterno) en el Nuevo Testamento. Cabe notar, en particular, que adelphói (hermanos) es el termino con el cual precisamente se designan a sí mismos los discípulos de Cristo y que el sustantivo adelphótes (fraternidad) (cf. 1 Ped 2, 17; 5,9), no designa un ideal a alcanzar sino una realidad adquirida, un don recibido al cual se adecuan la existencia y las relaciones entre los cristianos. En otras palabras, la fraternidad es la característica peculiar de la comunidad cristiana, la actuación de la novedad realizada por Jesús.” (2006: 119).
Desde el siglo XVIII en adelante, será el periodo más claro del proceso de secularización de la sociedad, donde Kant establece los fundamentos del pensamiento posmetafísico. Habermas se fundamenta en Emmanuel Kant, para desarrollar su teoría de naturalismo y religión.
Como se ha señalado, al igual que Kant, Habermas reconoce que la filosofía se sustenta arquitectónicamente en el edificio conceptual de la metafísica: “Contra el escepticismo Kant querría salvar los contenidos de fe y las obligaciones de la religión que puedan justificarse dentro de los límites de la mera razón[7]. La crítica de la religión se asocia con el motivo de la apropiación salvadora” (Habermas 2006: 218-219). En ese sentido, sin descalificar la naturaleza original de la religión, Kant intenta poner las cosas en orden de acuerdo a la razón y a la conciencia moral individual, contra la ortodoxia eclesial. La moral, en cuanto ésta pertenece al hombre libre y al estar éste en esta condición lo relaciona por su razón a las leyes: “Ni la fe en Dios, como creador del mundo, ni la fe en Dios, como redentor con la perspectiva de una vida eterna, son necesarias para conocer la ley moral y para reconocerla como vinculante por sí misma” (Habermas 2006: 220). Por tanto, si bien puede existir una moral religiosa, los hombres son autónomos para prescindir de ella, la única moral que debe imponerse es la moral que deviene de las leyes. Así mismo, la filosofía de la religión tampoco puede normar la ética, la que nace y se desarrolla exclusivamente desde la razón y por tanto tiene una dimensión empírica en cuanto puede medirse para todos los hombres por igual.
Habermas señala que para Kant la religión positiva sería como la «fe eclesial», de característica meramente externa. Así mismo, habría solo una religión verdadera pero distintas creencias, en este sentido, la religión que proviene de la razón pura no necesita orgánica, dado que se debe basar en los sentimientos interiores nacidos del corazón al observar todos los deberes humanos; las doctrinas bíblicas forman la envoltura que no debe confundirse con el contenido racional de la religión[8]. Kant ubica la razón en el nivel de criterio para la hermenéutica de las creencias eclesiales, con lo cual, ésta, la razón, logra mejorar la moral del hombre, que es el objetivo de la religión racional (Habermas 2006:221).
La razón no excluye la religión, lo que ocurre es que puede convivir con o sin ella: Si en este sentido la fe de la razón es la ley, consenso que deviene del Estado, organismo que debe por imperativo moral, asegurar la dignidad de las personas en sus derechos fundamentalmente que son los derechos humanos: “La «dignidad infinita» de cada persona consiste en la existencia de que los otros respeten la inviolabilidad de esa esfera de voluntad libre… En Kant, así mismo los derechos humanos derivan su contenido moral que se especifica en el lenguaje del derecho positivo, de una concepción universalista e individualista de la dignidad humana. No obstante, esta última se asimila a la idea de una libertad inteligible más allá del tiempo y del espacio; de ese modo se pierde precisamente aquellas connotaciones de estatus que le permiten fungir como enlace conceptual entre la moral y los derechos humanos. De manera que también se pierde la razón de ser del carácter legal de los derechos humanos; a saber, que éstos deben proteger la dignidad humana, que deriva sus connotaciones de autorrespeto y reconocimiento social de un estatus situado en un espacio y tiempo determinados: el de la ciudadanía democrática” (Habermas 2010: 17).
En este punto, la literatura de Habermas reconoce el aporte del cristianismo al respeto de los derechos humanos, en el sentido que éste le asigna igual valor a totas las personas; y que la buena nueva de Cristo, es que todos somos iguales en dignidad; a partir de ahí el respeto a nuestra individualidad, no proviene del paradigma cartesiano, sino que acontece a partir del desarrollo de nuestra libertad en la comunidad, en la esfera pública, donde somos iguales en cuanto a dignidad, pero distintos respecto del desarrollo de nuestra libertad, la que cada uno goza en un contexto social comunicativo (diálogo por medio del lenguaje comunicativo)[9], por tanto la libertad plena sólo se da en la esfera pública, fuera de los muros de ella, existe la libertad en estado de naturaleza, la que es una libertad amoral, por lo que la libertad para poder desarrollarse debe ser moral y por su parte la libertad dentro del Estado debe medirse por medio de la ética, como señala Rosseau: “La transición del estado natural al estado civil produce en el hombre un cambio muy notable, sustituyendo en su conducta la justicia al instinto y dando á sus acciones la moralidad de que antes carecían.” Continua Rosseau sosteniendo que: “… el hombre pierde su libertad natural y el derecho ilimitado a cuanto desea y puede alcanzar, ganando en cambio la libertad civil y la propiedad de lo que posee” (1968: 202-203)[10]. Por tanto, en la esfera pública vivimos un reflejo de la libertad, pero que al fin y al cabo es la libertad que conocemos, dado que por nuestra seguridad estamos impedidos de hurgar los extramuros del Estado, salvo que nos confiemos a vivir recluidos en la cabaña de Henry David Thoreau (2006). En conceptos rousseaunianos, la incorporación del nuevo estado de la libertad moral, por esa sola condición hace al hombre dueño de sí mismo, debido a que el impulso natural del apetito ilimitado es el principio de la esclavitud: Por su parte el mantener el respeto a la ley, en el contexto social, nos otorga la libertad (Rousseau 1968: 203).

El aporte de la religión a la esfera pública
El estímulo de la filosofía es superar la religión, por lo que como se ha señalado, así como la fe en Dios es la expresión concreta de la existencia de la religión, la ley es la fe de la moral del Estado, y por tanto la fe de la filosofía es la razón: “Lo que convierte en fe, a la fe religiosa pura, es la necesidad racional, que trasciende la conciencia moral”. Por tanto, la misión de la razón práctica es mostrar que la fe es una acción racional. De constatar esto, no significaría un acercamiento entre la filosofía con las doctrinas históricas de la religión; solo implicaría un entendimiento para un diálogo en la plaza pública, donde el concepto social del “bien supremo” se equipara al concepto bíblico del “reino de Dios”. En el marco del pensamiento de Kant, esto sería una transferencia en la filosofía de la religión, bajo el concepto de una «continuidad ética» y el paso intermedio es este bien supremo ya mencionado, cuyo destino es la felicidad de los hombres, por tanto debe existir total consonancia entre la felicidad y la moral en los hombres (Habermas 2006: 224-225).
Quisiera así mismo destacar en este punto, el hecho de lo que Habermas señala como procedimientos y medios intelectuales de la posmetafísica; él distingue los enfoques racionalistas -donde sigue a Hegel-, los que superan e integran el sentido de la fe con el concepto filosófico y por otra parte los enfoques dialógicos, para lo cual cita a Jasper, los que mantienen hacia la religión una crítica, pero que al mismo tiempo están dispuestos a aprender de ella: “Esta clasificación distingue los enfoques en los que la filosofía se cree capaz o se arroga el privilegio de decidir por sí misma lo que es verdadero o no verdadero en la religión; y aquellos otros en los que la filosofía, por el contrario, deja en manos de las discusiones de una apologética racional las cuestiones que atañen a la validez interna de la religión, interesándose únicamente por rescatar de las tradiciones religiosas determinados contenidos cognitivos. Como «cognitivos» en este sentido cuentan todos los contenidos semánticos que pueden traducirse a un discurso que ha abierto los cerrojos que imponen las verdades reveladas. En este discurso sólo cuentan razones «públicas», es decir, las razones que también pueden convencer más allá de una comunidad particular de creyentes” (Habermas 2006: 251).
La razón, en todo caso, por su naturaleza tiene, según Kant y Habermas, un uso limitado por su propia razón y dependerá de la ampliación de ésta para que su comprensión en el sentido arendtiano, pueda crecer respecto de su entendimiento y convivencia con la religión. En esta línea, como señala Habermas, podemos aprender de Kant, que su filosofía de la religión puede entenderse totalmente como una advertencia contra la «filosofía religiosa» (Habermas 2006: 253).
La filosofía de Habermas se ubica en un punto cercano a la objetividad de análisis del rol de la religión en la plaza pública, no pretende ni la apología –no podría como filósofo agnóstico-, no hay que olvidar que ha declarado frente a Ratzinger que al igual como lo hiciera una vez Max Weber, se considera a sí mismo “poco musical en materia de religión” (Habermas 2008: 6), tampoco pretende denostar intelectualmente a la religión, su posición dice relación con el reconocimiento de la existencia de la religión en la esfera pública.
Jürgen Habermas expone claramente su posición frente a la religión en un debate ocurrido el 19 de enero de 2004, en la Academia Católica de Baviera, donde comparte tribuna con el entonces Cardenal Joseph Ratzinger. En aquella oportunidad señalaba que en la época posmoderna existe un sentimiento de privatización ciudadana que se incrementa cada vez más, debido a la decepcionante perdida de las funciones de una educación democrática que apenas si alcanza a funcionar en los ámbitos nacionales y de muy poca consonancia en los ámbitos supranacionales, todo lo anterior en un contexto de desánimo frente a la incapacidad de la política en general, lo que contribuye a una desafección hacia la cosa pública: “Las teorías posmodernas entienden las crisis desde el punto de vista de la razón crítica, no como consecuencia de un agotamiento selectivo del potencial de razón que es en cierta medida inherente a la modernidad occidental, sino como el resultado lógico de un programa de racionalización espiritual y social en sí mismo destructivo” (Habermas 2008: 22). Toda esta cuestión cobra mayor vigencia en la actualidad, debido a una modernidad objetivamente desgastada y que lo único que podrá ayudarla a salir del atolladero es una orientación religiosa adecuada en un contexto de democracia liberal que supone una solidaridad ciudadana de respeto entre aquellos que profesan la fe en la religión o los que creen exclusivamente en la razón.
Así como durante en una época reciente la religión estuvo bajo sospecha, desde la trinchera racional, hoy es inexcusable no exigir la tolerancia al mundo secular, lo que alguna vez, con alto parlantes se le exigió al mundo eclesial. La cuestión en discusión es encontrar el punto exacto de convivencia entre la razón y la fe y cómo debiera ser la conveniencia de esta cohabitación: “Con esto –señala Habermas- no es mi objetivo traer a colación como mero hecho social el fenómeno de persistencia de la religión en un ambiente cada vez más secularizado. La filosofía debe tratar este fenómeno también en cierto modo desde dentro como una provocación cognitiva” (2008: 23).

Conclusión
La pertenencia de la religión a la esfera pública la hace ser una parte fundamental del desarrollo sociopolítico y cultural que ha tenido la sociedad. En ese proceso –no fácil para la Iglesia y sobre todo para el cristianismo- ha debido sortear sus propias dificultades y contradicciones -confrontadas con la moral y la razón-,  pero además ha debido renunciar -y hoy sostener- a la pretensión del monopolio interpretativo de la existencia humana. Esta secularización fue permeando las áreas más sensibles de la religión, sin embargo, este proceso generó, por una parte, la secularización del conocimiento, la objetividad y neutralidad del poder estatal y, por otra parte, dio origen a la libertad de la religión. Con esto: “El papel de miembro de una comunidad religiosa queda así separado del papel del ciudadano” (Habermas 2008: 30). Lo que no significa que la persona posea una doble militancia político-cultural, sino que es posible la convivencia dentro del ciudadano de un aspecto civil y otro espiritual, que en la medida en que esta convivencia no altere la esfera pública, su desarrollo potenciará la convivencia de la solidaridad ciudadana. El modus vivendi de los ciudadanos se da por la tolerancia, que no significa la aceptación de uno por parte del otro; la tolerancia es un principio fundamental en la esfera pública, pero compleja siempre en su desarrollo, debido a que la hermenéutica, a partir de su comportamiento, no siempre trae el compromiso de todos los participantes de la plaza pública; es una dimensión polémica, debido a que los límites de uno u otro lado, vale decir del actor y receptor circunstancial, tienen fronteras difusas, aun cuando la normativa del Leviatan pueda ir regulando esta relación de disenso, cuyo principio fundamental es el respeto de lo distinto en el marco de la ley: “El concepto de tolerancia en sociedades pluralistas concebidas liberalmente no solo considera que los creyentes, en su trato con no creyentes y con creyentes de distinta confesión, son capaces de reconocer que lógicamente siempre va existir cierto tipo de disenso, sino que por otro lado también se espera la misma capacidad de reconocimiento –en el marco de una cultura política liberal- de los no creyentes en su trato con los creyentes (Habermas 2008: 31-32).
El sentido de lo anterior a lo que se refiere Habermas, dice relación con el respeto que el conocimiento debe guardar hacia la fe, no tachándola de irracional, dado que la religión mirada así no tendría carácter epistémico, pero eso no le quita su pertenencia, con todos los derechos que se le asignan en la esfera pública. Agrega sobre el punto Habermas: “Los ciudadanos secularizados, en tanto que actúan en su papel de ciudadanos del Estado, no pueden negar por principio a los conceptos religiosos su potencial verdad, ni pueden negar a los conciudadanos creyentes su derecho a realizar aportaciones en lenguaje religioso a las discusiones públicas. Es más, una cultura política liberal puede incluso esperar de los ciudadanos secularizados que participen en los esfuerzos para traducir aportaciones importantes del lenguaje religioso a un lenguaje más asequible para el público general” (2008: 32-33).
Habermas hace un llamado a los ciudadanos de fe tanto en Dios como en la razón, a traducir el mensaje valórico de la religión en la esfera pública; insta a los ciudadanos creyentes y no creyentes a dialogar desde su doble naturaleza ciudadana y religiosa dentro de los límites de la plaza pública, para construir una ciudadanía solidaria de diálogo permanente, donde finalmente sea el convencimiento racional de las pretensiones de los participantes de la democracia liberal, lo que vaya modelando la moral y la ética de la esfera pública.



Bibliografía

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Gadamer, H.-G. 1965: Wahrheit und Methode, Tübingen.
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Rosseau, J.J. 1968:   El contrato social ó principios de derecho político. Precedido del discurso sobre las ciencias y las artes y del discurso sobre el origen de la desigualdad, México.
Thoreau, H.-D. 2006: Desobediencia civil, Buenos Aires.

Presentado en Seminario: Reflexiones sobre la vigencia del pensamiento
Humanista Cristiano, en Santiago 12 de Enero 2013






[1] Es Doctor en Filosofía con mención en Ciencia Política de la Universidad de Heidelberg Alemania, en esta misma Universidad recibió los grados de Magíster en Historia y Magíster en Ciencia Política,  Magíster en Ciencia Política de la Universidad de Chile, fue becario de la Fundación Konrad Adenauer.
Agradezco los comentarios y aportes de la psicoanalista Dra. Fabiana Graieb.
[2] Gadamer sostiene en Verdad y método que; no hay un horizonte más actual, ya que hay horizontes históricos, que se podría haber ganado. Más bien, la comprensión es siempre la operación de fusión de tales supuestamente existente para horizontes mayores; “Es gibt sowenig einen Gegenwartshorizont für sich, wie es historische Horizonte gibt, die man zu gewinnen hätte. Vielmehr ist Verstehen immer der Vorgang der Verschmelzung solcher vermeintlich für sich seiender Horizonte” (Gadamer 1965: 289).
[3] Hannah Arendt sostiene que: “La historia (history) aparece cada vez que ocurre un acontecimiento lo suficientemente importante para iluminar su pasado. Entonces la masa caótica de sucesos pasados emerge como un relato (story) que pude ser contado, porque tiene un comienzo y un final. (2005: 41)
[4] Traducción del autor, el libro en español lleva como título “Historia y crítica de la opinión pública”.
[5] Sobre el punto Habermas señala: “La neutralidad al respecto del poder Estatal, que garantiza las mismas libertades éticas para todos los conciudadanos, es incompatible con la generalización política de una visión de mundo laicista (2008: 32).
[6] En este sentido agrega Habermas: “El pensamiento posmetafísico se caracteriza por su moderación en lo concerniente a lo ético y por la ausencia de cualquier concepción generalizante acerca de lo que es una vida buena y ejemplar. Lo contrario sucede en las escrituras sagradas y las tradiciones religiosas, en las que sí han quedado articuladas, sutilmente recalcadas y mantenidas vivas hermenéuticamente durante milenios, las instituciones en lo que se refiere a la culpa y a la redención, a la posibilidad de una salvación en una vida que se percibe desesperante (2008: 26).
[7] Habermas cita el Prólogo a la segunda edición de la Crítica de la razón pura, 1986, Madrid.
[8] Habermas cita en esta parte a Conflicto de las Facultades A 65.
[9] Agrega Habermas; “ Es interesante observar que la normatividad de la conducta humana –a la que apunta la suposición de racionalidad- le sirve también a Davison como criterio de delimitación para el lenguaje de lo físico frente al lenguaje de lo mental”. (2002: 72)
[10] En este sentido Rousseau agrega “Aunque se prive en este estado de muchas ventajas naturales, gana en cambio en otras tan grandes, sus facultades se ejercitan y se desarrollan, sus ideas se extienden, sus conocimientos se ennoblecen, su alma entera se eleva á tal punto que, si los abusos de esta nueva condición no le degradasen á menudo hasta colocarle en situación inferior á la en que estaba, debería bendecir sin cesar el dichoso instante en que la quitó para siempre y en que, de animal estúpido y limitado, se convirtió en un ser inteligente, en hombre. (1968:203).

Tuesday, March 13, 2012

¿Existe el Presidente?

Los sistemas presidenciales centralizados, donde los presidentes de la república poseen la doble calidad de jefe de Estado y jefe de Gobierno, requieren de un liderazgo validado permanentemente, a objeto de conducir la agenda legislativa y de gobierno, esto en un contexto de conflicto y transacción que son parte esencial de la política y de la democracia. En este escenario la figura del presidente, su estilo y liderazgo son claves para el éxito integral del gobierno, cuando lo anterior no ocurre se deslegitima todo el sistema partiendo por la cabeza de este. Si se pone atención en la última encuesta CEP, se podrá apreciar que el presidente Piñera con sólo un 22% de aprobación y un 62% de rechazos es por lejos el mandatario con mayor desaprobación de la historia democrática reciente de Chile, más aun en esta misma encuesta reprueba por lejos en todos los atributos que debiera tener un presidente. La última encuesta Adimark muestra que sólo 29% de los chilenos aprueban la gestión del Presidente y la desaprueba el 64%, en la misma encuesta las cualidades y características del presidente nuevamente salen desaprobadas, salvo lo relativo a si es activo y energético que tiene 53% de respaldo. Las cifras anteriores pueden deberse a variables multi causales, no obstante, para este caso me concentraré en dos variables; la primera referida al diseño de gobierno y la segunda al estilo presidencial. El diseño Este gobierno (la nueva forma de gobernar), se puede dividir en dos etapas; la primera que fue la luna de miel, cuando Andrés Sougarret, lidera el rescate de los mineros, lo que es aprovechado por el gobierno como propaganda política, es el periodo de los 24/7, las casacas rojas, las camisas arremangadas, la sobre exposición mediática del presidente y la dura fustigación a una oposición en el suelo por parte de la secretaría general de gobierno. En este momento, debido a los errores políticos, tanto de los llamados ministros de excelencia, como la sobre exposición presidencial, se gastaron el feble capital político que tenía la derecha para gobernar. La segunda parte, comienza con la muerte de la nueva forma de gobernar; la de las caras nuevas, del pendriver colgado al cuello con las tareas históricas que iba a desarrollar este gobierno fundacional, comparado según el presidente Piñera sólo con lo que le tocó vivir al ex presidente Aylwin cuando encabeza la transición y consolidación democrática de Chile. Esta nueva etapa es la de los senadores que reemplazan a los PhD y le tratan de dar al gobierno un orden político que a todas luces faltaba en el diseño original. Sin embargo, los senadores-ministros son incapaces de absorber un diseño, donde la política nunca estuvo en el centro, lo importante en este gobierno iban a ser los indicadores, no obstante a la vuela del día, el gobierno se encontró con la política, la que se expresaba por una elemental característica de ésta; los movimientos sociales que son expresión activa y popular de la ciudadanía y una muestra clara de una democracia sana. El estilo Sebastián Piñera trató de llevar a la moneda el estilo que George W. Busch trasladó a la Casa Blanca, el del Presidente a casual, desenfadado, a escala humana, que come hamburguesas y bebe coca cola en la casa de Washington. Piñera trató de disfrazarse de un chileno más en la Moneda, para disimular su mayor diferencia con la ciudadanía media, su inmensa fortuna. Actuó una comedia, que lo llevó a cometer tantos errores que la popularidad de sus piñericosas traspasan con creces nuestra frontera, chascarros que no son menores, como aquel ocurrido en Alemania o reciente en Japón. Nadie cree que Piñera es un chileno más, esa incredulidad fue exacerbada cuando en la primera etapa de su gobierno el conflicto de interés fue un problema de muy difícil solución para el presidente en ejercicio. A la incredulidad, se le suma la imagen de cuestionada lealtad de primer mandatario con algunos de sus asesores; lo ocurrido con el ex ministro Kast que es reemplazado por Lavín, a quien se le reserva un cupo ministerial, sin poseer más méritos que el de un ministro derrotado por los estudiantes; situación que se repite con el ex ministro Bulnes, que se entera por la prensa que el presidente se reúne con los universitarios sin él estar convocado; y lo ocurrido con el ex ministro Álvarez, sacado abruptamente de la negociaciones cuando los dirigentes de Aysen fueron invitados a la Moneda, enterándose él solamente por la prensa. El presidencialismo requiere una fuerte dosis de liderazgo, dado que se enfrenta a un parlamento que favorable o no, debe convencerse para avanzar en la tarea legislativa y de gobierno, el problema que este liderazgo no existe en el presidente Piñera, las encuestas de opinión a si lo avalan, su comportamiento errático respecto de llevar a cabo reformas y luego desistirse lo confirman, y sus incontables salidas de libreto que han deteriorado la imagen presidencial poniendo en entredicho una cuestión central en el presidencialismo, la dignidad del cargo que en este caso es la dignidad presidencial. Al ver la estadística y sobre todo lo referido a la desafección que la ciudadanía siente hacia el Presidente, vale preguntarse si a esta altura, en el inconsciente colectivo, aun sobrevive la figura de Piñera como Presidente. 13/04/2012 http://www.cambio21.cl/cambio21/site/artic/20120413/pags/20120413163655.html

Monday, August 15, 2011

20 días y 20 años

“En 20 días hemos avanzado más que otros en 20 años”, esta frase expresada por el presidente Piñera en los inicios de su gobierno marcaría la línea de lo que iba a ser su administración. Todo iba a ser rápido, eficiente, revolucionario, parecía como que antes nada se había hecho, o en el mejor de los casos lo realizado por la Concertación estaba todo mal. Este iba a ser un gobierno fundacional, no faltaba la ocasión en que Piñera se comparara con Aylwin. El gobierno de los mejores, de los doctores, de los ejecutivos exitosos del retail, que ahora por fin harían eficiente la administración pública, era la oportunidad para una nueva generación, un gobierno nacional, por sobre los partidos.
Con esta impronta, el gobierno se inaugura con el terremoto del 27/F y a poco andar los 33 mineros de Atacama copan la agenda nacional. Respecto a lo primero el gobierno no tiene un plan y gracias a una buena apuesta comunicacional logra hacer creer a la opinión pública que está trabajando a full con las parkas rojas en terreno. El derrumbe de la mina San José fué una oportunidad comunicacionalmente muy bien ocupada, ahí estuvo el presidente dos días sacando uno a uno a los mineros, hablándole al mundo en inglés, éste era su gran triunfo. Pocos fuimos los que señalamos que este había sido un exceso comunicacional y que el rescate de los mineros no fue por la acción de un oportunista Golborne, sino que fué la expresión del rescate del Estado representada por el equipo de Codelco que lideró Andrés Sougarret.
Esta victoria comunicacional del presidente paseando el “papelito” de los 33 por toda Europa, fué su mejor momento, pero, asimismo el inicio de su propia decadencia. La derecha creyó que todo se iba a presentar así, que la nueva forma de gobernar resistía las improvisaciones y con una buena puesta en escena comunicacional se podía construir el “mejor gobierno de la historia de Chile”.
No obstante, a las improvisaciones se le comienzan a sumar los escándalos, como los de la ex intendenta van Rysselberghe, el caso Kodama que hace caer a la ministra de vivienda, entre los muchos más que iban a venir. Luego la incomodidad ciudadana expresada socialmente en las calles por los temas medioambientales y educacionales. De ahí, la realidad de la política se le aparece al gobierno y desde ahí, el que iba a ser el gobierno fundacional y revolucionario, comienza a caer y decaer.
Hasta hoy este ha sido un gobierno sin agenda, de improvisación, no se observan los proyectos estructurales que dejará como legado esta administración, un presidente más bien ausente, reactivo a los temas, con mucho viaje al extranjero pero sin liderazgo internacional.
Me da la impresión que vamos a seguir sin agenda, los ministros presidenciables se van a mandar solos, mucha parafernalia y fuegos artificiales para la galería y conflictos entre ministerio.
Siendo realistas, queda un año y medio de gobierno. ¿Podrá éste en el tiempo que resta y en un contexto de descoordinación política interna, lograr concretar algún proyecto que pueda quedar para las futuras generaciones?, o tendremos que conformarnos con que los hechos finalmente superen los grandes sueños del presidente, que sólo quedarán en sus deseos y discursos, como el de los 20 primeros días.
Andrés Jouannet

http://prontus.ivn.cl/cambio21/site/artic/20110803/pags/20110803202715.html

http://www.eldinamo.cl/blog/20-dias-y-20-anos/

El desgobierno

Nos prometieron que este iba a ser el mejor gobierno de la historia de Chile, día a día aparecía la ex vocera y actual senadora desinada von Baer anunciando revolucionarios programas y proyectos que sólo estaban en las cabeza del gobierno. Se embriagaron con los mineros y el aprovechamiento mediático, pero finalmente la luna de miel terminó y comenzó la hora de la política, aquella para la que están preparados los estadistas, los líderes, los que conducen procesos y transformaciones estructurales en la sociedad. En esta hora presente, donde la política se apareció como una catedral de la realidad social, la derecha ha demostrado su incapacidad para gobernar, para conducir y para mostrarle al país un proyecto de sociedad que trascienda la coyuntura. La derecha ha demostrado en este año y medio su ausente o escasa vocación social, pretendía creer que gobernar, eran discursos, con un presidente reactivo, más reconocido por sus chascarros, que por cuidar la dignidad del cargo, ésa que fue dilapidando día a día gracias a la exclusiva exacerbación del liderazgo mediático.
La derecha en el poder, sin vocación social, no tiene problema en reprimir el legítimo derecho a disentir, porque carece de esa vinculación orgánica con los movimientos sociales, su única relación con los sectores más postergados, está dada por el clientelismo con que manejan sus campañas electorales o por asistencialismo con que administran sus feudos de poder.
La derecha ha demostrado su incapacidad para gobernar, ha creado un caos social, un desgobierno. En todo este tiempo no hemos conocido las vigas maestras que sustenten el modelo de la “nueva forma de gobernar”, mucho cosismo, mucha declaración, puestas en escenas rimbombantes, improvisaciones, conflictos de interés, the chilean way, promesas incumplibles, letra chica; en definitiva esta forma de hacer política, es lo más parecido a lo que conocemos como populismo; promesas sin sustentos, que generan expectativas y que al ser incumplibles provocan el enojo, pérdida de confianza en las autoridades y desafección hacia los que gobiernan.
El 26% de aprobación y 53% de rechazo que marcó la última encuesta CEP, no es responsabilidad de la oposición, ni de los jóvenes que hoy se manifiestan por más justicia social, es absoluta responsabilidad del gobierno de derecha y de quien encabeza éste, el presidente Piñera. La culpa no es del empedrado, sino de quien no sabe de gobernanza.
Hoy, con un gobierno con tanto desacierto, sin conducción y un presidente sobrepasado por las circunstancias y sin respuesta ante la historia, me pregunto, ¿si la derecha en Chile tiene la capacidad de gobernar?, difícil responder, tal vez parece que la derecha sólo puede gobernar en Dictadura.


Andrés Jouannet


http://prontus.ivn.cl/cambio21/site/artic/20110805/pags/20110805170711.html

http://www.elmostrador.cl/opinion/2011/08/06/el-desgobierno/

Thursday, July 21, 2011

Un presidente atrapado por la partidocracia

La derecha, durante los 20 años que gobernó la Concertación, estuvo majaderamente descalificando la influencia de los partidos en las decisiones que tomaban los gobiernos. Denostaban la política y todo de lo que de ella nacía, los de la Concertación eran los “políticos” y por tanto, todo lo negativo que le ocurría al país era culpa de éstos. Se llegó incluso al nivel que unos de sus líderes, Joaquín Lavín se definiera durante varios años con esta frase: “yo no soy político”.
Hoy, luego de casi un año y medio en el poder, no se recuerda gobierno que esté tan coaptado por los partidos políticos, lo cual no es malo en una democracia representativa, pero cuando se estuvo 20 años con la cantinela en contra de la intromisión de los partidos en el gobierno, resulta contradictorio e incoherente.
Lo que hoy tenemos en Chile es una partidocracia, con un Presidente con imagen de ejecutivo, de todo terreno, pero a la hora de tomar decisiones no hace nada sin consultar a los partidos. El Presidente Piñera está atrapado por los partidos y esto se debe al fracaso del diseño original de su gobierno, que comenzó por sobre éstos y sin considerarlos. Luego de la borrachera y espejismo de los mineros, cuando la realidad de la inexperiencia e ineficiencia a la hora de gobernar le pasa la cuenta, con la agravante que política y comunicacionalmente el gobierno no atinaba a nada, vira contra todo su histórico sermón hacia los partidos. Los primeros en arribar Allamand y Mathei, dos viejos amigos-enemigos del Presidente. Se pensó que era suficiente para fortalecer a un gobierno carente de liderazgo en un contexto de agenda ciudadana, pero no fue así, al poco andar, las falencias anteriores siguieron mostrando al rey desnudo, falto de conducción e de ideas políticas y con un empecinamiento de culpar a la oposición por su falta en el manejo de la agenda pública.
¿Qué ocurrió con el modelo del Presidente raptado por la partidocracia de derecha?
1 La UDI blinda a Lavín y le saca el problema de educación. Lo cierto que al ex candidato presidencial le quedó grande el Ministerio de Educación, solo en su mente está la revolución en Educación que dijo que estaba haciendo. Ésta fue parecida a la “Revolución Silenciosa” que pregonó se había desarrollado durante la Dictadura de Pinochet. Lo anterior, llama a la reflexión; ¿cómo alguien que pretendía y pretende ser Presidente de Chile huye de los problemas a la primera de cambio?
2 Al blindar la UDI a Lavín, canjea la permanencia como Ministro de Interior del secretario personal del Presidente. Ministerio donde el gobierno ha mostrado más flancos, dado los problemas en la conducción política y el fracaso en seguridad ciudadana.
3 Se blinda a Golborne, como una especie de comodín de la simpatía, dado que si ningún clase política de la derecha puede competirle a Bachelet, el ex Ministro de Minería sí podría amagar el éxito de la ex presidenta, por lo que se le da un Ministerio aparentemente sin conflictos; a cortar cintas, pero ojo, en política los conflictos pueden venir en cualquier momento y de cualquier parte.
4 Al asumir Longueira, nuevamente la UDI impone sus términos. El más enconado de los enemigos de Presidente y uno de los mayores críticos del actual mandatario y su administración, al gabinete. Si alguien cree que esta fue una decisión del Presidente, cabe preguntarse por qué no lo nombró en el primer cambio de gabinete y por qué lo designa en un Ministerio donde el anterior ministro tenía una buena evaluación. Es tan contradictorio, que los más críticos al Gobierno -Allamand en su momento y ahora Longuiera- entren al ejecutivo, que parece que la señal fuera: sigue criticando, te aguarda un ministerio.
5 Chadwick a la vocería, el primo del presidente será el Ministro del Interior en las sombras, por su cercanía con el Presidente, por la experiencia y tonelaje político que no tiene Hinzpeter, por que la UDI estará más tranquila y sobre todo por su buena relación con la Concertación.
6 Ahora sí, partió la carrera presidencial, todos los pingos en sus puestos; Allamand, Mathei y Golborne con algo de ventaja, Longueira entra al ruedo y Hinzpeter que se olvide de sus pretensiones, él sabe que sigue ahí por su amistad y lealtad al Presidente, pero que dada su desastrosa conducción política, su amigo el Presidente tuvo que recurrir a los generales y samuráis de la derecha para suplir su falta de manejo en la arena política.
7 ¿Qué pasó con el gobierno de la excelencia? La nueva forma de gobernar fracasó, se volvió a la misma y antigua forma de gobernar; con los políticos, como lo hacía la Concertación, modelo tan denostado por los mismos que hoy recurren al parlamento para que salve al gobierno.
8 El presidente ha señalado que ahora comenzó el segundo tiempo, lo cierto es que el primer tiempo se asemeja mucho al jugado por la roja contra Venezuela, pese a los esfuerzos del equipo de todos, se perdió. Cuidado si se buscan estos modelos futboleros para entender la política.
9 Es una pésima señal desvestir a un santo para vestir a otro, debilitar el Senado para fortalecer el gobierno es la muestra más clara de la ineficiencia y debilidad del ejecutivo en lograr conducir políticamente al país. Si se sigue en esta línea, sincerémonos y vayamos directamente a un sistema parlamentario, creo que sería más honesto y eficiente para conducir al país.
En definitiva, este cambio de gabinete sigue mostrando un Presidente desnudo, maniatado por los partidos, sin ya capacidad de maniobra para mostrar una nueva forma de gobernar, porque hasta hoy, éste ha sido el gobierno de las declaraciones, que se marca solo y al final debe reconocer su fracaso cuando finalmente se impone por sobre éste la partidocracia.

Andrés Jouannet Valderrama


http://www.eldinamo.cl/blog/un-presidente-atrapado-por-la-partidocracia

http://www.elmostrador.cl/opinion/2011/07/24/un-presidente-atrapado-por-la-partidocracia/

Sunday, July 10, 2011

Liberalismo y socialismo al banquillo

La gente en la calle, ya sea Madrid, Atenas o Santiago, hay una sensación en el ambiente de malestar ciudadano que se expresa en una desafección y desprecio al poder político y económico.
En Chile durante las últimas semanas, las manifestaciones sociales expresadas por movilizaciones en las calles, han representado un número de manifestantes no visto desde el retorno a la democracia en 1990. Más de 120 mil personas en Santiago en un solo miting, manifestándose hace unos días, son cifras que ni países con mayor número de habitantes puede llegar así como así. Sólo por poner un ejemplo el movimiento 15 M o el de los indignados reunió el domingo 19 de junio en toda España una cifra similar (Madrid, Barcelona, Valencia, etc.).
Hace algunos días un alumno, de ciencia política me preguntaba, si esta efervescencia social tiene alguna relación entre sí, vale decir ¿es una constante en las democracias consolidadas y en las emergentes esta especie de explosión social que pide reformas políticas, sociales y económicas?
La respuesta no es simple, ni única. Vamos por parte, lo que pasa en Europa, se debe a un descontento frente al sistema político y económico que cruza esta región, vale decir hay una decepción hacia la democracia representativa y el Estado de Bienestar. Sistemas que hasta hace poco contaban con buena salud, sin embargo en la actualidad están en entre dicho. Si se hurga más fino, se podrá notar, que son los sistemas de partidos tradicionales y su bipartidismo los que entran en cuestión. O sea, la izquierda y la derecha europea, que han gobernado Europa Occidental sin contrapeso desde la década del ‘1950 del siglo pasado, están en el banquillo de los acusados. La estabilidad política y económica que durante más de medio siglo, exhibió Europa ya parece un buen recuerdo. Se cuestiona incluso, la Unión Europea y el Euro. Esta protesta, dice relación fundamentalmente con una demanda económica, por lo que no es casualidad, que la expresión más importante de los indignados se dé en España y también en Grecia (agakaktismenoi), en ambos países y sobre todo en el segundo están pasando por una de las más importantes crisis económicas que han tenido estas naciones los últimos años. Lo anterior, repercute a su vez en la variable política, dado que al no poder el Estado de bienestar resolver por sí mismo esta crisis económica, se cuestiona a la democracia representativa y sus instituciones; fundamentalmente el parlamento y quien representa este sistema, vale decir a la elite y clase política, en definitiva se cuestiona a los que detentan el poder político y económico, que han llevado, según los manifestantes del 15 M, a esta trágica situación a Europa.
Algunos intelectuales europeos, tienen sus esperanzas puestas en este movimiento, una especie de revolución de los representados, de los mandantes. Algo ya había adelantado Guy Hermet en “El invierno de la democracia” y Colin Crouch en “Pos democracia”, pero tengo la impresión, que esta revuelta no tendrá ni por más el alcance de mayo del ‘1968, como algunos ya se adelantan a comparar, creo que será algo así, como lo fueron los movimientos antiglobalización de fines de siglo XX y principios del XXI. No obstante lo anterior, se le desea vida a este tipo de expresiones sociales, son ellos los imprescindibles –en palabras de Bertolt Brecht- para que la democracia representativa y procedimental se consolide, se profundice y alcance una alta dimensión, incluso más, para que la democracia evolucione a un sistema con mayor fidelidad en la representación y en la participación.
Respecto del movimiento de Chile y su comparación, fundamentalmente con el español, hay ciertos elementos que nos permiten a lo menos comparar. El actual movimiento chileno, no es ideológico en lo que conocemos dentro de la dimensión izquierda y derecha, pero sí lo es desde la perspectiva del cuestionamiento las bases del modelo económico y acto seguido cuestiona el sistema político y la representatividad de los partidos tradicionales; con esto entra a discutir el presidencialismo como sistema de gobierno y la toma de decisiones del poder político.
Ambos movimientos, son distintos por contextos, por demandas, por culturas políticas y por que socioeconómicamente ambos países presentan importantes diferencias, sin embargo en ambos casos, las nuevas formas de comunicarse por medio de la redes sociales han jugado un papel primordial a la hora de la convocatoria, superando la barrera económica que significa acceder a los medios tradicionales de comunicación. Facebook, ha sido la herramienta fundamental para convocar a los mitin y marchas, lo que otrora era tarea de los partidos políticos en cuanto convocar a manifestarse para canalizar las demandas ciudadanas, hoy estos movimientos des-institucionalizados por medios de los millones de seguidores de la red, presionan con mayor eficacia por reformas que los partidos tradicionales no llevaron adelante.
Los movimientos sociales en ambos casos, lo que están haciendo es criticar las bases del liberalismo y también del socialismo, léase social democracia (el marxismo fue derrotado por el capitalismo chino), porque ambos sistemas ideológicos, no es que requieran de un aggiornamiento; no, es más profundo, dice relación con la era del consenso, es todo tan parecido, lo que Norberto Bobbio, llamaba socialismo liberal, que ya no sólo no se diferencian, sino que no tienen respuestas para una época cuya mejor expresión es la diversidad global.
Madrid, Santiago, Atenas, mañana puede ser Berlín, La Paz, Quito, Nueva York… En las calles hay un malestar que apunta a las bases de lo que hoy conocemos como democracia representativa y economía de mercado, las que a lo menos están en entre dicho.



Andrés Jouannet V.

http://www.eldinamo.cl/blog/liberalismo-y-socialismo-al-banquillo/

¿Está la DC en una coalición equivocada?

Hace unas semanas atrás los jefes de bancada de diputados de la UDI José Antonio Kast y de RN Cristián Monckeberg, así como el Ministro del Interior Rodrigo Hinzpeter, han señalado tener afinidad valórica, bases comunes, principios e ideas que identificaría a la DC con partidos de la Alianza de centro derecha y que, los democristianos estarían en una coalición equivocada.
La verdad es que desde mediados de la década de ‘1990 la derecha chilena, intenta cada cierto tiempo seducir vanamente a la DC, para que se incorpore como partido a una coalición de centro derecha, señalando que ese sería el espacio natural que debieran ocupar los democristianos, dado a que, otros partidos hermanos pertenecen a la centro derecha, al argumento anterior se agrega su proximidad ideológica, puesto que ambos partidos de derecha se sentirían herederos del humanismo cristiano, línea ideológica que desde sus fundación adscribe la DC chilena.
El humanismo cristiano es una corriente ideológica basado en la doctrina social de la iglesia y en una serie de pensadores que durante la primera parte del siglo XX desarrollan esta línea ideológica para confrontarla con el socialismo-marxista y el liberalismo-capitalismo, a su vez esta tiene corrientes internas, relacionadas al socialismo comunitario y al comunitarismo.
Lo anterior es importante, dado a que el humanismo cristiano nace para confrontar la sociedad individualista propiciada por el capitalismo de derecha y colectivista propiciada por el socialismo histórico de izquierda. Por lo que el humanismo cristiano surge como una tercera vía, propiciando la democracia representativa y la economía social de mercado. Los socialdemócratas luego del Congreso de Bad Godesberg renuncian al marxismo.
Si bien la DC, hija del Partido Falange Nacional tiene sus orígenes en las juventudes conservadoras, a poco andar este movimiento se escinde del tronco conservador, por sus diferencias ideológicas, fundamentalmente, respecto de su diferencia sobre el capital y el trabajo. Desde ahí nunca ha habido proximidad de ideas y programas, como así mismo sus orígenes e historias son muy distintos. Renovación Nacional es heredera del antiguo Partido Nacional y respaldó el régimen militar y la Unión Demócrata Independiente es en su mayoría heredera de la clase política nacida en torno a la dictadura de Pinochet. Sus diferencias sobre el rol del capital y trabajo, siguen aun presente y la relación que hubo por parte de los partidos de derecha a la dictadura de Pinochet es un factor aun determinante en las relaciones de estos partidos.
La UDI y RN, se dicen humanistas cristianos, al igual que la DC, pero si se lee atentamente los fundamentos e historia de los partidos de derecha, se verá lo lejanos que están estos del manifiesto ideológico humanista cristiano, sólo por señalar un aspecto, el humanismo cristiano rechaza siempre cualquier dictadura, sea esta de derecha o de izquierda, cosa que no fue así en los movimientos de derecha en Chile.
Por otra parte, los partidos de derecha tienen sus orígenes en el conservadurismo y en el liberalismo.
Respecto de otros partidos DC en el mundo, la verdad que el ejemplo que siempre se cita es la CDU alemana. Innegable, la DC alemana está en la centro derecha (a la europea), dado a que en un contexto político-histórico de bipartidismo entre socialdemócratas (SPD) y democristianos, donde los SPD están a la izquierda, es natural que la CDU esté a la derecha, no obstante la CDU alemana es el partido de la economía social de mercado, que en América Latina ha identificado a la centro izquierda.
La DC chilena desde sus orígenes se vinculó más con la izquierda que con la derecha, a través de las organizaciones sociales de base, donde históricamente la DC tenía mucha presencia; sindicatos, colegios profesionales, federaciones de estudiantes, organizaciones campesinas, entre otras. La Concertación era, a lo menos hasta hace un tiempo, expresión de esto, dado que la mayoría social de la centro izquierda e izquierda desde 1988 se transformó en una mayoría política.
Además hay temas coyunturales que alejan a estos partidos, vinculados con el respeto a la persona humana y el bien común, como por ejemplo, un sistema electoral proporcional, con voto chileno en el extranjero, financiamiento de los partidos políticos, para terminar la relación dinero política y una serie de temas, para lo cual hay que remitirse al Congreso Ideológico celebrado por la DC el 2007 y se verán enormes diferencias ideológicas con la derecha chilena.

Andrés Jouannet V.
Dr. en Ciencia Política Universidad de Heidelberg
Profesor
Universidad Católica de Temuco



http://www.elmostrador.cl/opinion/2011/07/10/%c2%bfla-dc-en-una-coalicion-equivocada/

http://www.eldinamo.cl/blog/%c2%bfesta-la-dc-en-una-coalicion-equivocada/

Wednesday, November 17, 2010

Reformas políticas: Democracia de alta intensidad

En Chile vivimos en democracia, qué duda cabe, este régimen se ha ido consolidando desde su advenimiento el año 1990, sin embargo el sistema de libertades públicas y derechos civiles en nuestro país es procedimental y de alcance medio, vale decir gozamos de un sistema político que en la realidad reduce la democracia a una participación limitada desde la toma de decisiones de los votantes, o sea los ciudadanos pueden votar en un sistema de competencia limitado, desigual y desleal.
El politólogo francés Guy Hermet y el sociólogo británico Colin Crouch, han conceptualizado este fenómeno como la era posdemocrática o el fin de la democracia como se concibió originalmente, definida actualmente por un espectáculo mediático controlado por élites que a la hora de competir electoralmente siempre cuentan con una ventaja por sobre sus oponentes, lo que finalmente deteriora la democracia como sistema político igualitario y competitivo.
El caso chileno, representa esta tesis; un sistema electoral binominal que no es proporcional, por lo que desincentiva la participación, dado que de antemano se sabe que será electo uno de los candidatos de los dos bloques (salvo contadas excepciones); por otra parte la competencia es desigual, los partidos no son financiados por el Estado y –a pesar de la actual ley electoral- en la realidad no hay límite al gasto en campaña, por lo que quien posee más recursos tendrá las mayores posibilidades de ganar la elección, ya sea de diputados o senadores, con lo que el periodo electoral se convierte en una farsa que transforma a los electores en clientes, donde estos son informados, coaptados por el que tiene más avisos en los medios de comunicación de masas, y recursos ilimitados para el merchandising -incluso hay candidatas que han tenido circos de gran factura en apoyo de sus candidaturas-. Así no se puede, la contienda electoral, se convierte en el mercado de los votos, donde no ganan las ideas, gana el marketing, el pueblo ya no es el soberano es sólo un espectador. Lo anterior concluye en una democracia de alcance medio, la que es urgente mejorar.
La discusión sobre el voto voluntario u obligatorio, debe considerar los aspectos anteriores, dado que la baja participación electoral no está condicionada solo a la voluntariedad u obligatoriedad del voto, es mucho más profundo, se debe a la calidad de la democracia, cuando esta no es competitiva e igualitaria afecta a la participación. No es lo mismo el voto voluntario con una ley de partidos sin financiamiento estatal que una que financie a estas instituciones, vale decir hay candidatos que corren con las mejores zapatillas y otros a pie descalzo. Todas las democracias europeas de alta intensidad, financian a los partidos políticos proporcionalmente a la votación que hayan obtenido el periodo electoral anterior, por lo que dan igualdad de condiciones a la hora de competir electoralmente y en ese contexto los electores tienen la posibilidad de elegir a candidatos que compiten con recursos similares, la diferencia la hacen las ideas y la calidad del candidato.
Ciertamente, nuestra democracia requiere urgente una serie reformas como, la regionalización con presidentes regionales electos democráticamente y con parlamento regional, cambio al sistema de gobierno pasando del presidencialismo a semipresidencialismo con un primer ministro que dependa de una sola cámara, un nuevo sistema electoral proporcional, un servicio electoral moderno y contralor, el voto de los chilenos en el extranjero sin condiciones y fundamentalmente igualdad electoral que significa financiamiento a los partidos políticos y control del gasto electoral, porque así como están las cosas vamos derecho a una plutocracia, donde la “legitimidad” del sistema ya no se basa en el “pueblo soberano”, sino en la demagogia y en el marketing electoral, que es proporcional a los recursos que posee el candidato.
En este contexto con obligatoriedad o voluntariedad del voto, no está garantizada una mayor participación que legitime nuestra democracia.


Andrés Jouannet V.
Académico Universidad Católica de Temuco

El patrón y el empleado. La ética empresarial en cuestión

La historia señala que a fines del siglo XIX y principios del XX, a los mineros asalariados del norte de Chile se les pagaba con fichas, que estos cambiaban por enceres y víveres en las pulperías instaladas en los campamentos mineros. Estas pulperías eran de propiedad de los dueños de las minas, por lo que el sueldo de los mineros retornaba al patrón por medio de las fichas en sus pulperías. Esta práctica, que dejó de ejecutarse hacia el final de la segunda mitad del siglo pasado, daba cuenta del espíritu del empresariado de la época, que no contentos con pagar salarios miserables, lo hacían de tal forma, que finalmente la remuneración se traducía a entregar alimentos y algo de ropa.
Casi un siglo después, al parecer entorno a la minería siguen existiendo empresarios mineros que si bien ya no pagan con fichas, buscan ahorrarse importantes sumas de dinero, dejando de cumplir con las mínimas medidas de seguridad tanto de las minas como de sus trabajadores. La tragedia de la Mina San José, nos recuerda lo peor de los empresarios mineros, pone nuevamente en discusión una cuestión más profunda que atañe a todos los empresarios de nuestra patria; la ética empresarial.
La ética empresarial, supera a la responsabilidad empresarial, dado que ésta última tiene que ver con la vocación social y el aporte a la comunidad que hace el empresario. La primera, la ética empresarial, dice relación con la capacidad del empresario de colocarse en el lugar de los trabajadores, de los consumidores, de los usuarios, en fin es como el empresario es capaz de visualizar a las personas no como capital de trabajo, ni medio de producción, sino como un socio del desarrollo de la empresa.
Cuando el año 2008 tres cadenas farmacéuticas fueron sorprendidas en una colusión de precios, hubo indignación inicial y después de eso no pasó mucho, pese a que esto afectó fundamentalmente a las personas más vulnerables, la ética empresarial fue puesta en entre dicho y no ocurrió nada. El 27 de febrero de este año, el segundo terremoto más grande de la historia de Chile azotó la zona centro sur del país, la mayoría de las construcciones resistieron los embates de la naturaleza, sin embargo quedó comprobado en Concepción, Temuco, Talca, Ñuñoa, Maipú, entre otras, que existieron empresarios de la construcción inescrupulosos que por ahorrar en material, utilizaron productos de baja calidad o que no se condecían con las exigencias mínimas de construcción, lo que produjo que miles de compatriotas perdieran su hogar, pero peor aún, varios de de ellos perdieron su vida atrapados entre los fierros de mala calidad. Nuevamente la ética empresarial quedó expuesta y hasta el momento nadie asume la responsabilidad de esta tragedia.
En estos momentos que se hacen enormes esfuerzos por sacar a los 33 mineros del fondo de la mina San José, se ha querido en un primer momento culpar al sector público por su incapacidad de fiscalizar a estos inescrupulosos empresarios, tal vez eso sea así, pero en este drama los primeros responsables son los empresarios, quienes sin necesidad de fiscalización debían tener las condiciones mínimas de seguridad que ellos mismos deben auto imponerse, porque lo que está en juego todos los días en la minería es la cuestión más preciada en la cadena productiva, las vidas de las personas, esto claramente no fue prioridad para los patrones de esta mina.
Existe un sentimiento de esperanza nacional de tener a nuestros mineros de vuelta en sus casas, con sus familias, sin embargo, más allá del desenlace de esta trágica y angustiosa espera, creo que al final en este país, por nuestra frágil memoria nacional, no va a pasar nada. La ética del patrón, como lo señala la historia, terminará pagando con fichas para que los mineros agradecidos terminen comprando en sus pulperías.


Andrés Jouannet
Prof. Universidad Católica de Temuco

Tuesday, March 23, 2010

El nuevo gobierno, la nueva oposición

“Ninguna oposición puede renunciar a su cometido, dejando sin más gobernar al Gobierno”, señala el politólogo Italiano Gianfranco Pasquino en su libro “La Oposición”.
La cultura política chilena, se acostumbró por inercia a que la Concertación Gobernaba y la Alianza era oposición, durante los 20 años que han transcurrido de la nueva democracia chilena. Esto cambió, pero los cambios en política no se dan de inmediato aun cuando institucionalmente éste ya se haya producido. El cambio es un proceso, sobre todo en el caso chileno, donde la Concertación gobernó por tantos años, como también fue en el pasado, cuando la derecha gobernó junto al régimen de Pinochet, a la Concertación le llevó un tiempo asumirse gobierno. En los primeros años de Aylwin, muchos militantes y dirigentes de los partidos de gobierno quedaron pegados en el discurso dictadura-democracia, ese es uno de los motivos porque duró tanto la discusión del fin de la transición: Por su parte, el discurso de la derecha, en los albores de la nueva democracia, era que todos los resultados positivos que obtenía la Concertación eran gracias a la herencia que había dejado el Gobierno Militar. Pasado un tiempo, ambas coaliciones se fueron ubicando en la posición política que les correspondía, ya sea de gobierno u oposición, a estos últimos les costó más el aprendizaje; armar un discurso, consolidar una unidad de partidos. Recordemos que durante el gobierno de Aylwin e incluso durante la primera parte de Frei, la oposición se enredaba en constantes disputas internas, en el que incluso estuvo involucrado el actual Presidente de Chile, el caso de espionaje telefónico, llamado Piñera-Gate, es sólo una de las tantas desavenencias entre los partidos de la entonces oposición. Desde la primera candidatura a Presidente de Joaquín Lavín, la derecha asume lo que Pasquino llama una oposición frontal y organizada.
Por su parte, la Concertación sabe, en otro contexto, lo que es ser oposición. La oposición de la segunda mitad de la década de ‘1980s logró consolidar lo que Aylwin ha llamado “el encuentro y unidad de los contrarios”, además de haber tenido un discurso político único, que era el retorno pacífico a la democracia y un programa de gobierno definido, llamado “proyecto alternativo”. Pero, lo interesante, además resulta de que la Concertación, como oposición fue capaz de poner en positivo conceptos políticos que tienen sesgos negativos; oposición es un concepto que tiene una connotación contraria, de impedimento, de obstáculo, de desconstrucción, en fin negativo. En este mismo sentido, en la confrontación del Plebiscito de octubre de 1988, logró poner el “NO”, como un elemento positivo, de esperanza y de unidad.
En la actualidad, el Gobierno debe rápidamente aprender a gobernar, no con efectismo sino con políticas programáticas e ideológicas que distingan su gobierno de los anteriores de la Concertación. Así, como el sello del Gobierno de Aylwin fue la reconciliación y el crecimiento con equidad, este gobierno que a diferencia del de Aylwin no es fundacional, debe rápidamente encontrar un sello de gobierno ideológico.
Por su parte, la Concertación debe con celeridad aprender a ser oposición, ya no Gobierna el Ejecutivo y tampoco representa la misma coalición política que se fundó en febrero de 1988. La Concertación como la conocimos ya no es aquella Concertación que nació para derrotar la dictadura cuya supervivencia estuvo supeditada a gobernar responsablemente Chile. Desde la Concertación de los padres fundadores, ya ha corrido mucha agua, hoy lo primero es adecuar sus partidos a la nueva realidad político social que vive Chile. Así como alguna vez socialistas, democristianos y socialdemócratas se unieron, en un contexto sociopolítico, para derrotar una dictadura y consolidar la democracia, la unidad de la oposición debe ser por sobre todo ideológica, no solamente para recuperar el poder, es mucho más allá que una sociedad instrumental. Los partidos de centro izquierda deben entender que antes de afianzar la unidad de la oposición, deben modernizarse y responder a los nuevos requerimientos que la sociedad demanda de la oposición y luego develar si existe o no la Concertación como conglomerado de ideas, y de ser así, demostrarle al País que es una oposición de verdad, que aspira nuevamente liderar el País con un nuevo proyecto.

Dr. Phil. Andrés Jouannet
Doctor en Ciencia Política, Director CIECh