Friday, January 27, 2006

Frei y su legado a la DC

Para los demócratas cristianos alemanes Konrad Adenauer es una figura sin precedentes en la historia de ese partido, “el viejo”, como le denominan los camaradas germanos, tiene la estatura de héroe nacional, por lo hecho con Alemania luego de la Segunda Guerra Mundial.

Para los DC chilenos Frei Montalva es el símil de Adenauer, dado que su figura dentro del imaginario del partido es la de un héroe que no sólo fue clave en un proceso histórico del país, sino que además fundó uno de los partidos más importantes en la historia de Chile. Ambos tienen vidas paralelas en épocas más o menos parecidas, además de que ambos fundaron partidos Democristianos y ambos los llevaron exitosamente al gobierno. Los dos, Adenauer y Frei son figuras de gran envergadura en sus países y continentes.

Ahora bien el hecho que Frei “el padre”, llegara a esas alturas de estadista, reservada para pocos políticos, se debe a su capacidad para de entender la historia en el momento y lugar adecuado.

Frei “el padre”, de joven interpretó las grandes diferencias sociales que cruzaban al país y que los partidos tradicionales de la época, conservador y liberal, no habían apreciado ni menos enfrentado; por su parte, una nueva fuerza social de izquierda tomaba importantes posiciones en los sectores sociales postergados, lo cual tampoco era reconocido por la oligarquía criolla de la época. El consenso político social del siglo XIX se había roto y de eso las elites gobernantes no se hacían cargo. Por tanto el surgimiento de la Falange Nacional tiene que ver con llenar el vacío político y social de la fuerza social cristiana que ya se había introducido con las ideas de las encíclicas sociales Rerum Novarum y Quadragessimo anno.

Lo interesante y clave de este proceso, es que Frei y los falangistas entienden que, o dan respuestas las demandas sociales desde la doctrina social de la iglesia y el humanismo cristiano, o la lucha por el poder político quedaba polarizado entre esta nueva y efervescente fuerza social de izquierda versus la oligarquía reaccionaria conservadora, que no asumía las dificultades sociales que enfrentaban la mayoría de los chilenos de la época.

En este contexto Frei y la Falange comienzan su peregrinaje por ser alternativa en esta polarización de izquierda y derecha, sería lo que Norberto Bobbio teorizaría con el concepto de “Tercero Incluyente”, que no significa que éste se encuentre en el centro de la dimensión de la diadad, sino que toma elementos de ambas para constituirse en un tercero que supera la clásica dicotomía ideológica para llegar a ser una propuesta en sí misma.Este tercero incluyente llamado Falange Nacional, se sigue superando y hacia fines de la década de ‘1950s, es así como fundan el Partido Demócrata Cristiano de Chile.

Aquí Frei nuevamente demuestra sus indiscutibles capacidades de líder de partido y esto por que la fundación de la DC, pasa a ser también la creación de un nuevo tipo de partido denominado Partido de Tipo Popular, entendiendo que éste supera al tradicional partido de Masas y al antiguo partido de Elites, ambos tipos fueron desarrollándose desde fines del siglo XIX a la primera mitad del XX. La fundación de la DC significó el primer experimento de un partido de tipo popular en América Latina, tal como plantea el polítologo de la Escuela de Heidelber, Martín Lauga, quien sostiene que la DC de la década de ‘1960s es un partido moderno para su época como los son los partidos políticos europeos de aquellos años. Frei pudo haberse quedado con la antigua estructura de la Falange Nacional, pero este como líder de partido, no sólo cambia el nombre de su isntitución, si no que también su estructura burocrática y administrativa. Esto significó que la DC pudiera en la práctica poder incorporar y contener los nuevos cambios que la época imponía.

La DC de los ‘1960s era un partido que operaba con Bases Funcionales en casi todas las comunas del país, las que eran parte de estructuras comunales dirigidas por una directiva que, a su vez, estaba incorporada en una estructura provincial. La clave de todo este proceso, era que los militantes de Base debían estar incorporados a estructuras sociales que les permitieran un grado de influencia entre sus pares, estas eran federaciones de estudiantes, sindicatos, mutuales, agrupaciones de vecinos y campesinos, etc.

Ahí estaba fundada la fuerza de la DC de Frei “el padre”.Si hoy existiera Frei “el padre”, tal vez refundaría el PDC, mantendría el nombre pero cambiaría su pesada e ineficiente estructura que la llevó a perder 39 de las 60 candidaturas a diputados que presentó, estoy cierto que trabajaría con las generaciones jóvenes que tiene este partido y claramente exigiría tareas a los militantes y no que solo sean parte de un padrón que no da cuenta de una participación real y comprometida de estos supuestos militantes a la actual estructura burocrática del partido. Ciertamente exigiría que sus militantes volvieran a las organizaciones sociales, a hacer política donde efectivamente deben hacer política, esto es, en la base social, porque ahí está el centro del accionar de los partidos , cuya función principal no es otra que ser agregador de interese sociales.

En la hora presente, cuando se cumple el 24 aniversario de la muerte de Eduardo Frei Montalva a quien con cariño y respeto, le llamamos “el Padre”, es bueno recordar que la gran Revolución en Libertad que él llevó a cabo, se basó en un partido moderno con una gran imagen y valorización en la ciudadanía; es justamente eso lo que falta actualmente en la DC, que si bien tiene dirigentes con alta valoración en la opinión pública, la imagen del partido, es la de una institución con permanentes pugnas internas y poco preocupado de los problemas concretos de la población, aunque en la realidad esto no sea así, es la percepción y en esto hay que tener cuidado, porque discurso e imagen generan realidad.

La DC en los próximos meses tendrá elecciones internas y la nueva directiva deberá sí o sí modernizar el partido, transformándolo en lo que son los partidos en Europa y las democracias antiguas, al más puro estilo de lo que un día hizo Frei “el padre”, que es entender el momento histórico y dar la respuesta política adecuada con una institución moderna que exprese plenamente las inquietudes ciudadanas.

Andres Jouannet Valderrama
Doctor en Ciencia Política
Universidad de Heidelberg

Wednesday, January 25, 2006

Feliz cumpleaños democracia

Quien lo hubiera dicho, ya llevamos 15 años de buena democracia, avanzando lento pero seguro, en un proceso de consolidación democrática. Consolidación que comienza exactamente hace 15 años, vale decir el 11 de marzo de 1990. No obstante, en esa época, ni el más optimista de los optimistas hubiera podido predecir el estado actual de nuestra democracia, unida a la incapacidad manifiesta de la derecha de lograr constituirse en real alternativa de gobierno desde el inicio mismo de la recuperación de las libertades políticas y civiles hasta el momento en que se escriben estas líneas. En los albores de esta nueva democracia chilena, los pesimistas y temerosos del futuro del proceso político que se iniciaba, no miraban con mucha fe los posibles resultados del mismo. Las dudas que sobre Aylwin y su equipo de gobierno quedaron registradas en distintos medios de la época, nos parecen hoy declaraciones anacrónicas de una etapa que retrospectivamente se observa como un ejemplo único de consolidación democrática; la así llamada “consolidación a la chilena”, poco original tal vez, pero ciertamente única

Sin embargo y a propósito de esta celebración, quisiera referirme a una discusión relativa a nuestro sistema de gobierno y que quedó hacia fines de la década pasada en tablas. A saber, aquella que dice relación del “cuando” habría comenzado esta consolidación democrática.

Según algunos prominentes miembros de la elite política criolla, el gobierno de Aylwin señalaría el comienzo de nuestra transición hacia la democracia. Igualmente, durante muchos años de la década de los 1990s, el debate de encontrar inicio y término de la supuesta transición se transformó en un diálogo de sordos y en un ejercicio inconducente, principalmente debido a que los actores políticos protagonistas de dicha época, nunca se pusieron de acuerdo respecto de cuales serían los límites de aquel proceso político del cual aquellos eran parte . De esa forma, para algunos la transición comenzaba con Aylwin y terminaba en su gobierno; para otros el inició se fijaba cuando Pinochet dejaba la Comandancia en Jefe del Ejecito o, más próximamente, cuando el anciano dictador se alejaba de su cargo vitalicio en el Senado. Otros planteaban, que la transición se abría al final del gobierno de Frei, e incluso algunos más incisivos señalaban que el gobierno del Presidente Lagos se desarrollaría como parte de este periodo de transición. Finalmente, lo único cierto es que, para la elite política, los plazos de la transición chilena nunca han estado claros.

Por mi parte, sostengo que la mentada transición termina cuando comienza la consolidación democrática, cuestión que pareciendo casi obvia, responde a que empíricamente hablando se dan ciertas variables que identifican cuando estamos en presencia tanto de la como de la otra. Así, podemos decir que la transición alcanza el periodo comprendido entre el plebiscito de octubre de 1988 hasta que Aylwin asume como Presidente de Chile.

Según mi antiguo profesor Klaus Von Beyme, la transición comienza cuando el proceso político experimenta una apertura democrática o transita claramente en esa dirección, sin tener por tanto que encontrase en un estado de democracia, vale decir , que el proceso político llamado de transición tiende a dirigirse a una democracia plena, que en actos concretos significa; que la oposición se institucionaliza, es aceptada por el régimen autoritario como interlocutor valido y a su vez tiene una posibilidad real de llegar al gobierno por medio de un procedimiento electoral definido. Por su parte, la consolidación democrática, para el viejo académico de Heidelberg, se inicia cuando la oposición, representada por los partidos políticos institucionalizados, derrota electoralmente a las fuerzas políticas vinculadas al régimen de facto y comienza a gobernar con las garantías constitucionales básicas que debe tener una democracia. Estas garantías básicas serían; elecciones libres, transparentes, informadas; libertad de expresión y de reunión; independencia de los poderes públicos y prescindencia política de las fuerzas armadas.

Estas garantías se expresan en los grados e intensidades de las libertades públicas y los derechos civiles. En la medida que estos dos factores estén en el promedio de lo mínimamente exigido a las democracias consolidadas, estamos en presencia de un proceso de consolidación por sobre uno de transición ya agotado. En palabras de O’Donnell, pasamos de una democracia de baja intensidad, en forma paulatina, a una de mayor intensidad.

De acuerdo a lo anteriormente señalado, y mirando con atención los índices entregados por Freedom House desde el inicio de los 90s, podremos ver como estos fueron mejorando gradualmente, para llegar a estabilizarse en promedios similares al de las democracias antiguas. Esto corrobora la tesis de la consolidación a partir del gobierno de Aylwin, donde según recuerdo, las instituciones funcionaban, a pesar de que algunos seguían añorando los resabios de la dictadura, expresados en ejercicios de enlaces y boinazos. Aun así la democracia siguió fortaleciéndose, y casos como los descritos ayudaron al robustecimiento de nuestra institucionalidad democrática.

Hoy vale recordar esta discusión, dado que estos 15 años de democracia han significado un trabajo diario por mejorarla, y como ya se ha dicho, por consolidarla, no sólo en su institucionalidad, sino que además en la propia cultura política chilena. En el sentido anterior celebrar la democracia y estos 15 años de consolidación, es lo menos que podemos hacer, más aun cuando, después de 15 años, nuestra joven democracia cuenta con mejor salud que nunca.

Por todo lo dicho; Salud Democracia.


Andres Jouannet Valderrama
Doctor en Ciencia Política
Universidad de Heidelberg

LA EXTREMA POBREZA EN CHILE: AVANCES Y DESAFÍOS

Desde inicios de los años noventa, los gobiernos de la Concertación vienen trabajando en la implementación de políticas y desarrollo de programas dirigidos a disminuir la pobreza y la extrema pobreza en el país, logrando importantes mejoras en el bienestar y calidad de vida de los ciudadanos. En esta línea, la iniciativa de Naciones Unidas de establecer al año 2015 los Objetivos del Milenio, tendientes a lograr el compromiso de los estados para mejorar sustantivamente la calidad de vida de las personas, concuerda plenamente con el quehacer nacional. El Informe País, dado a conocer por el Gobierno de Chile el 11 de enero pasado en la CEPAL, relativo a los Objetivos de Desarrollo del Milenio al 2015, da cuenta de la situación en que se encuentra Chile y los logros alcanzados en referencia a dichos objetivos. Este informe ha sido entregado para facilitar el proceso de seguimiento de los mismos y supone para el gobierno de Chile un estímulo y un compromiso a nivel mundial de continuar trabajando por los ciudadanos, especialmente por aquellos cuyas condiciones de vida son más precarias.

La experiencia desarrollada por Chile desde los albores de la nueva democracia permite establecer que nuestro país está en condiciones de incorporar los aprendizajes y lecciones surgidas del balance del período y realizar esfuerzos adicionales en materia de políticas sociales. Uno de estos esfuerzos lo constituye la creación del Sistema de Protección Social Chile Solidario para familias en extrema pobreza, cuyo sentido final es promover y asistir a las familias en el mejoramiento de sus condiciones de vida.

Ahora bien, con respecto a la situación del conjunto de indicadores mínimos y adicionales para lograr el objetivo de reducir la extrema pobreza en Chile, el Informe País considera un exhaustivo análisis de los diversos factores relevantes que coadyuvan al cumplimiento de esta meta al año 2015, y que permiten comprender la complejidad del fenómeno de la pobreza. Entre ellos tenemos:


Estabilidad y crecimiento económico:

§ Durante la década de los 90 se evidencia la relación de complementariedad entre política social y económica. En el período 1990-2000, Chile ve crecer su economía en una tasa promedio real de 6,4% anual[1], mientras que el gasto que realiza el gobierno en funciones sociales, creció en forma sostenida con una tasa promedio anual de 7,1%. A partir del año 1998, cuando por efectos de la crisis asiática, la economía entra en una fase de menor crecimiento, el gasto social registra tasas de crecimiento superiores a las del PIB, evidenciando así una tendencia contracíclica. Durante el período 2000-2004 el crecimiento del PIB ha sido del 3,3%, marcando el año 2004 el inicio de la recuperación con un crecimiento de 5,9%, el mayor desde el año 1998. Por otra parte, la Dirección de Presupuesto del Ministerio de Hacienda proyecta para el año 2005, una tasa de crecimiento del PIB de 5,2%. Adicionalmente, para los años 2006, 2007 y 2008 este crecimiento alcanzaría un 5,3%.
§ Un factor relevante del rendimiento positivo de la economía nacional es la disminución de la deuda bruta del gobierno durante los 90, lo cual permitió reorientar una parte muy importante del gasto hacia áreas sociales.

En el año 2000, se implementa un regla explícita para la formulación y evaluación de la política fiscal, consistente en mantener un ‘superávit estructural’ equivalente al 1% del PIB. Esta regla tiene, entre otros objetivos, asegurar la estabilidad macroeconómica, la sostenibilidad de la política fiscal a largo plazo y la reducción de su sesgo procíclico. Así la regla de política fiscal impone límites al crecimiento del gasto público y lo determina según por el comportamiento de ingresos estructurales.


Empleo y tasa de participación en la fuerza de trabajo

§ Durante el período 1990-2000 fueron creadas 918 mil ocupaciones. Entre el 2000 y 2004 se crearon más de 481 mil ocupaciones, lo que en términos acumulados implica que durante los años 1990 y 2004 se han generado aproximadamente 1.400.000 empleos (INE).
§ Entre los años 1990 y 1998, la ocupación creció a una tasa promedio anual de 2,3%, proceso que se interrumpió en los años 1999 y 2000, cuando disminuyó en 0,5% y 0,4%, respectivamente. Los efectos de la desaceleración o contracción del crecimiento se transfirieron directamente al bienestar de las personas a través del comportamiento del empleo. En este sentido, la economía frenó su ritmo de absorción de mano de obra con el consiguiente incremento del desempleo, que aumentó desde 5,4% en 1996, a 8,9% en el año 1999.
§ A partir del año 2000 la tasa de desempleo comienza a descender hasta alcanzar un 7,4% el año 2003. Sin embargo, a pesar del crecimiento económico logrado en el año 2004, el desempleo aún se mantiene en niveles similares a los anteriores, ubicándose en un 7,8% en ese año.
§ Entre los años 1990 y 2003, además de la población de menores ingresos, las mujeres y los jóvenes registran una mayor tasa de desempleo. Para los jóvenes, las tasas de desocupación son significativamente más altas que la tasa nacional. En el año 2004, en que la tasa de desempleo nacional alcanzó un 7,8%, en los grupos de edad de 20 a 24 años y de 15 a 19 años se observaron tasas de desempleo de 17,8% y 20,9%, respectivamente. Por otra parte, las personas que se encuentran desocupadas pertenecen principalmente a los primeros quintiles de ingreso. En el año 2003, aproximadamente el 67% de los desocupados se ubicaban en el 40% más pobre de los hogares, mientras que sólo el 5,9% de los desocupados pertenecía al 20% más rico.
§ Por otra parte, la tasa de participación aumentó de forma gradual durante la década del noventa, observándose un incremento sostenido en las mujeres (de 31,7% el año 1990 a 35,7% el año 2003). Sin embargo, la tasa de participación de las mujeres continúa a niveles mucho más bajos que la alcanzada por los hombres, especialmente en los hogares más pobres.

A fines de la década de los noventa, además del aumento del desempleo, se observó un deterioro en la calidad de los empleos. Esto se refleja en el Índice Global de Calidad del Empleo desarrollado por el Ministerio del Trabajo y Previsión Social que permite observar las principales condiciones del empleo a nivel nacional a partir de una integración de las variables de ingresos del trabajo, existencia de contrato y seguridad social (cotización en salud y previsión en base a modelo de la OIT). Este índice muestra que entre los años 1992 y 2000 se deterioraron las condiciones de calidad del empleo, principalmente en el quintil más pobre, debido a la gran cantidad de trabajadores que no cuenta con contrato de trabajo y la baja cotización previsional.


La estructura funcional del gasto social

§ Entre los años 1990 y 2003, el gasto del gobierno central en funciones sociales (gasto social) alcanzó un crecimiento de 2,3 veces el presupuesto asignado el año 1990. En el año 2003, el gasto público social ascendió a $7.649.298 millones, mientras que en el año 1990 el gasto social alcanzó a $3.388.218 millones.

[1] Para este período el valor es calculado en base a los datos entregados por Corbo, Vittorio, Tessada, José A. (2003) ‘Growth and Adjustment in Chile: A Look at the 90’s’. Banco Central de Chile, Documento de Trabajo Nº 204, Marzo; p. 3.



Cuadro 1: Gasto Social 1990 - 2005
(Miles de Millones de pesos de 2005)

a/ Protección del Medio Ambiente, Vivienda y Servicios Comunitarios, Actividades Recreativas, Cultura y Religión.
e/ estimado
p/ proyectado
Fuente: Dirección de Presupuesto del Ministerio de Hacienda: Informe Estadística de las Finanzas Públicas 2005.

§ Por otro lado, si se considera el gasto público social (GPS) en relación al gasto público total (GPT) el año 1990, este representa el 61,2% del gasto total, mientras que en el año 2003 sube sustancialmente a 68,1%. A la vez, la relación dada entre el gasto público social y su impacto en el producto interno bruto del país (PIB), demuestra claramente la importancia que adquiere este gasto en la economía nacional: en el año 1990 el gasto público social representó el 12,7% del PIB, mientras que en el año 2003 esta relación aumentó considerablemente a 14,8%.
§ Entre los años 1990 y el 2003, el gasto público aumenta en todos los sectores sociales, especialmente importante es el énfasis otorgado al gasto a educación (3,3 veces), salud (3,1 veces) y protección social (1,8 veces).

§ Durante el período cambió la estructura sectorial del gasto social de acuerdo a las nuevas orientaciones de la política social, aumentando la participación de educación, salud y de nuevos programas sociales destinados a grupos prioritarios (vulnerables) y disminuyendo la participación de los subsidios monetarios asistenciales.
§ Según estimaciones de la DIPRES, el año 2005 el gasto social del Gobierno Central consolidado llegaría a $8.526.207 millones, equivalente a 13.642 millones de dólares, o un 14.2% del PIB. Este volumen de gasto social involucra un crecimiento de 6% real respecto de los niveles estimados para 2004, acumulando en ambos años un crecimiento de 11,4% real, superior al crecimiento del gasto total del gobierno central consolidado y del PIB.

De este modo, según la DIPRES el gasto público social continúa incrementando su peso relativo, pese a haber alcanzado ya una participación bastante alta en el gasto público, cercana al 70%. Para el año 2005 se estima una expansión del gasto público del 4,0% al 4,5% real, destinando la diferencia al financiamiento de una mayor cobertura de programas de empleo con apoyo fiscal y a los mejoramientos de pensiones para los mayores 70 y 75 años.


Avances en reducción de la pobreza y desigualdad

Gráfico 1: Evolución de la incidencia de la pobreza y de la indigencia a/
en Chile (1990-2003)
(en porcentaje de la población) b/


a/ Se excluye al servicio doméstico puertas adentro y su núcleo familiar.
b/ El porcentaje de población en situación de pobreza incluye a aquellos en situación de indigencia.
Fuente: MIDEPLAN, Encuesta CASEN años respectivos


§ Al analizar la incidencia de la pobreza en el país se constata que entre los años 1990 y 2003, ésta disminuye desde 38,6% de la población (4.965.604 personas) a 18,8% (2.907.716 personas). Por otra parte, entre los años 1990 y 2003 disminuye a la tercera parte la indigencia en el país. En efecto, en el año 1990 el 12,9% de la población se encontraba en situación de indigencia (1.659.301 personas) mientras que en el año 2003, el 4,7% de la población se encuentra en esta situación (728.100 personas). Cabe destacar que luego de un período de estancamiento en los niveles de indigencia, en alrededor del 5,7%, entre los años 1996 y 2000, en el año 2003 se produce un avance importante al reducirse la indigencia al 4,7% de la población.
§ En el año 2001, MIDEPLAN realizó una Encuesta Panel de hogares (1996 – 2001).

Este estudio reveló que del total de hogares encuestados, tan sólo 1% de ellos se encuentra en una situación de indigencia en ambos períodos. Si se suman los hogares que se encuentran en ambos años dentro de una situación de pobreza o indigencia, estos llegan a 9,2% de los hogares observados en la muestra panel.


§ Respecto a los factores que tienen mayor incidencia sobre los cambios observados en la situación de pobreza de los hogares a lo largo del período, estos corresponden a aquellos factores relativos a la composición de los hogares, tamaños de los mismos, escolaridad del jefe de hogar, tasa de dependencia, disponibilidad del activo trabajo y calidad del empleo, entre otros.
§ Las evaluaciones realizadas con información de la Encuesta CASEN, utilizando la línea de indigencia nacional, que es más alta que la referida a ingresos inferiores a 1 dólar por día (PPA), señalan reducciones significativas en la intensidad de la indigencia entre los años 1990 y 2003. La brecha promedio de indigencia[1] FGT(1) varió desde 4,3 en el año 1990 a 1,7 en el año 2003. Entretanto el índice FGT(2), varió desde 2,3 a 1,0 entre el año 1990 y el año 2003. De este modo, en el período analizado no sólo se reduce la incidencia de la indigencia, sino que también su intensidad.
§ Durante la década del 90 la proporción de los subsidios focalizados captados en el primer quintil ha ido aumentando, alcanzando un 53,8% en el año 2000. En los últimos años la mejor focalización ha permitido que en 2003 esta proporción alcance un 55,2%. Si se mantiene esta tendencia y se logra una mayor focalización de los subsidios en los hogares de menores ingresos, logrando que el primer quintil capte alrededor del 67%, podría incrementarse la participación en el ingreso monetario[2] de este quintil desde un 4,3% en 2000 a 4,6% en 2015. Esta estimación supone que la distribución del ingreso autónomo al menos no empeoraría en el período considerado.
§ Por otra parte, los valores del coeficiente de Gini, han fluctuado entre 0,58 y 0,57 durante los años 1990 y 2003. El índice 20/20, fluctúa entre 14,0 y 14,3, en tanto que el índice 10/40 varía entre 3,5 y 3,3 veces en igual período. Entre los años 2000 y 2003 se observa una mejoría en la razón de quintiles desde 15,3 a 14,3.
§ En este sentido, la progresividad del gasto público social permite aumentar la participación de los hogares más pobres en la distribución del ingreso. Efectivamente, gracias a estas transferencias el 10% de los hogares más pobres aumenta su participación en el ingreso desde un 1,2% sin considerar las transferencias del Estado a un 2,9% al incluirlas. Por su parte, los hogares pertenecientes al segundo decil de ingreso aumentan su participación desde un 2,7% a un 4%. En conjunto ambos deciles, es decir el 20% de hogares más pobres de la población aumentan su participación en el ingreso desde un 3,9% sin considerar las transferencias del Estado a un 6,9% al incluirlas.
§ Al evaluar el impacto de las transferencias monetarias en el ingreso de los hogares por zona de residencia se observa que éstas implican un importante incremento de los ingresos en los quintiles más pobres, sobretodo de las zonas rurales. El primer quintil de ingresos ve incrementado sus ingresos en un 26,5% en la zona rural y en un 13,7% en la zona urbana. En cambio, en el quinto quintil prácticamente no se alteran los ingresos por concepto de los subsidios monetarios.


¿Por qué el Sistema de Protección Social Chile Solidario?
Chile Solidario es un sistema de protección social que combina dos elementos centrales: asistencia y promoción, desde una perspectiva integradora para abordar la extrema pobreza. Este sistema de protección integral surge a partir de visualizar la extrema pobreza como un problema multidimensional. En su diseño se consideraron evaluaciones realizadas que mostraban un relativo estancamiento de los indicadores de pobreza en la segunda mitad de los noventa, la necesidad de mejorar el acceso a las prestaciones del Estado para sectores de extrema pobreza, la importancia otorgada al mejoramiento sustantivo de la red pública de protección social para articular servicios y oferta pública y un interés especial por establecer un enfoque de derechos que permitiera avanzar sustantivamente hacia garantías y accesos preferentes a la red, entre otras consideraciones relevantes.

El Sistema Chile Solidario se propone incorporar al sistema a 225.073 familias en forma progresiva en el período comprendido entre junio de 2002 y 2005. Sin embargo la temporalidad del sistema permite el trabajo con las familias hasta por lo menos el año 2010, margen que calza con el período de Meta Milenio al 2015[3]. Este Sistema es más que un esfuerzo programático por reducir la extrema pobreza en este período de gobierno. Es la mayor reforma institucional de los últimos quince años en lo que a protección social para los más pobres se refiere: (i) convierte el tradicional rol pasivo del Estado frente a la extrema pobreza en un rol activo; (ii) cambia el foco de la protección social desde el individuo a la familia; (iii) integra prestaciones que se encontraban institucionalmente dispersas; (iv) complementa prestaciones asistenciales y de promoción en función de las necesidades de cada familia; (v) garantiza las prestaciones monetarias tradicionales para los más pobres; (vi) exige un compromiso explícito de la familia de aportar su esfuerzo a la superación de la extrema pobreza y; (vii) estructura apropiadamente los incentivos que enfrenta la familia para apoyar este proceso.

Los indicadores adicionales comprometidos en el Informe Milenio, consideran:
- ‘Que la familia Chile Solidario cuente con ingresos superiores a la línea de indigencia’, bajo el cual se espera aumentar desde 26,7% (enero del 2005) a 70% (año 2015);
- ‘Que al menos un miembro adulto de la familia Chile Solidario trabaje de forma regular y tenga una remuneración estable’, , bajo el cual se espera aumentar desde 34,4% (enero del 2005) a 70% (año 2015);

La centralidad de este sistema de protección social para el cumplimiento y avance de las Metas del Milenio, específicamente del Objetivo 1 – Meta 1, quedan de manifiesto en la definición de la misión central del Sistema: “Incorporar a las familias en extrema pobreza a la red de protección social del Estado, de manera garantizada y/o preferencial (según sea el beneficio), lo cual supone la vinculación, interacción y readecuación efectiva de toda la oferta programática existente” (Fuente: Secretaría Ejecutiva Chile Solidario). La incorporación de las familias a este Sistema es una condición fundamental para que ellas mejoren sus condiciones de vida y puedan superar la situación de extrema pobreza.

Por otra parte, es necesario precisar que el Informe Metas del Milenio, es una valiosa herramienta de promoción que describe los progresos logrados hacia los Objetivos de Desarrollo del Milenio, se basa en un examen analítico exhaustivo de las reformas de políticas, los cambios institucionales y la asignación de recursos en cada país, abordando para ello, las dimensiones relevantes para cada Objetivo y Meta.

Para el caso del Informe del Gobierno de Chile, las dimensiones tratadas muestran una clara reducción de la pobreza. La inclusión de tal conjunto de indicadores responde a una mirada metodológica seria, que permita un análisis coherente de la extrema pobreza, sin desarrollar una mirada autocomplaciente. Muy por el contrario, como Gobierno se reconocen la existencia de brechas e inequidades que aún persisten. En este sentido surge el Sistema Chile Solidario que apunta a disminuir la extrema pobreza, a garantizar mínimos sociales que permitan, de manera sustentable, ampliar la protección social desde los más pobres hacia aquellos ciudadanos que durante el ciclo de vida presenten situaciones de vulnerabilidad.

La discusión sobre las políticas sociales en Chile, ha pasado desde el aula a la calle, luego de más de 15 años de crecimiento con equidad, los gobiernos de los presidentes Aylwin, Frei y Lagos han desarrollado una concreta acción de superación de la pobreza nunca visto en la historia de Chile y sin precedentes en Latinoamérica. Ciertamente aun queda por avanzar pero el paso, de construir en conjunto mejores condiciones de vida para la gente sencilla, no se detiene y ya tiene un camino señalado que periódicamente nos preocupamos de evaluar, mejorar y superar, las cifras así lo han corroborado y esperamos que al arribo de las metas del milenio el año 2015, la pobreza y la indigencia hayan disminuido drásticamente para que el anhelado desarrollo del país alcance a todos.
[1] La pobreza e indigencia es dimensionada a partir de los índices FGT, desarrollados por Foster, Greer y Thorbecke, los que entregan una medida de pobreza que puede ser sensible a la intensidad de la misma, entendida como la diferencia entre el ingreso del hogar pobre y la línea de pobreza.
[2] El ingreso monetario es la suma del ingreso autónomo y las transferencias monetarias que recibe el hogar desde el Estado. Dichas transferencias corresponden a todos los pagos en dinero por concepto de subsidios monetarios como pensiones asistenciales (PASIS), Subsidio Único Familiar (SUF), Asignación Familiar, Subsidio Agua Potable (SAP) y Subsidio de Cesantía.
[3] En este sentido, cabe señalar que la última familia Chile Solidario ha de ingresar al sistema a diciembre del 2005, pasando posteriormente por los 2 años del Apoyo Psicosocial y 3 años de Acceso Preferente.

Más de lo mismo versus no da lo mismo o “La Revolución Silenciosa” versus “La Revolución Democrática”

En cualquier comparación entre lo hecho por el Gobierno Militar, y quienes participaron de él, particularmente los dirigentes de la Alianza versus lo hecho por los Gobiernos de la Concertación, sale esta última aventajando por lejos a la primera.

Hay una serie de mitos construidos por medio de la información oficial emanada en tiempos de dictadura, que no ha sido muy contrastada. Así, podemos ver que en esa época muchos dirigentes de gobierno usufructuaron en términos personales de las arcas fiscales, existiendo actos de corrupción sin ningún control, a diferencia de lo ocurrido desde el advenimiento de la democracia, en que Chile ha presentado los mejores índices de transparencia en el uso de los fondos públicos en Latinoamérica, e incluso está por sobre países europeos como Francia, España e Italia entre otros, según señala Transparencia Internacional (véase www.transparencyinternational.org). Respecto a los índices de libertades públicas y derechos civiles, Chile exhibe hoy cifras similares a las de democracias consolidadas como las europeas, a diferencia de lo que ocurría en tiempos de la dictadura cuando el país mostraba los peores índices de Latinoamérica (véase www.freedomhouse.org). Todo lo anterior, sin ni siquiera mencionar lo relativo a la violación sostenida de derechos humanos que ocurrió en tiempos de la dictadura y que muchos de los actuales políticos de la derecha cínicamente señalan que ignoraban (véase www.amnesty.org).

El crecimiento del PIB en dictadura fue de un promedio del 2,9% versus el 6,2% que se ha observado hasta hoy en la nueva democracia (1990-2004). Así mismo, la tasa de desempleo promedio durante el Gobierno Militar, fue de un 18,1% en comparación al 7,3 % que han exhibido los Gobiernos de la Concertación. Además, la inflación que fue el caballito de batalla que siempre exhibió el gobierno de Pinochet, fue de un 79% versus el 8,1% promedio durante los gobiernos de Aylwin, Frei y Lagos (véase Cepal y Banco Central). Sobra hablar de los tratados comerciales, la política de vivienda, educación, salud e infraestructura, donde las cifras de la Concertación están muy por sobre lo hecho en los casi 17 años de dictadura. Sin embargo lo más sintomático es la diferencia en el gasto social de ambas administraciones, puesto que desde 1990 a la fecha la inversión social ha aumentado en un 150% real. Llama la atención que los mismos que hoy rasgan vestiduras en materia de igualdad, cuando gobernaron con todo el poder, se desentendieron de los problemas de la desigualdad y la pobreza. Sólo como ejemplo, el Sr. Lavín trabajó en Odeplan.

En áreas como la política interna y externa, la economía, lo social, la cultura y los derechos humanos, la llamada “Revolución Silenciosa” de la dictadura está muy por debajo de la “Revolución Democrática” llevada a cabo por la DC, PS, PPD y PRSD. Ni el defensor más acérrimo de la Dictadura puede negarse frente a las cifras de estos resultados que exhiben los gobiernos de la Concertación.

Si se observan estas cifras e índices la Concertación no sólo debiera estar contenta con lo realizado y tranquila respecto de las elecciones de diciembre. Sin embargo la realidad política no es tan definitiva.

Si bien la Concertación ha avanzado significativamente en las áreas antes señaladas, no debe producirse una actitud conformista, sino más bien avanzar en la elaboración del proyecto de Concertación II y no el IV como algunos han señalado. Desde Aylwin, pasando por Frei hasta Lagos la Concertación ha sido fundacional, de la transición democrática y de la consolidación de esta. En este tiempo se han cimentado las bases de una democracia robusta, de una economía fuerte y de una sociedad donde se consolida el respeto a la diversidad, también a lo tradicional y sobre todo al pluralismo. Este periodo se basó en lo que el Presidente Aylwin ha denominado “el encuentro de los contrarios” y cuyas bases fueron el proyecto alternativo incubado fundamentalmente en la década de ‘1980 en los distintos centros de estudios de la entonces oposición y en los partidos políticos que en esa época se oponían a Pinochet y a su modelo excluyente. Esta era la Concertación que fue construida al alero de la derrota de Pinochet.

El actual periodo que enfrenta tanto Chile, como la Concertación, es nuevo, donde surge el liderazgo de mujeres. Esta cuestión no es menor, dado que la política fue hasta hace poco un feudo casi exclusivamente masculino. Así, hoy la candidata de la coalición de centro-izquierda es Michelle Bachelet, una mujer que viene de fuera del establishment político y que demuestra la evolución que ha ido experimentando la coalición de gobierno. Estas señales dan cuenta de un tiempo nuevo y por tanto indican el nacimiento de una Concertación renovada, sustentada en la amistad cívica que ha unido a la antigua Concertación hasta ahora, pero que enfrenta nuevos desafíos en un contexto de una sociedad diferente en un tiempo distinto.

En este nuevo proyecto hay dos tentaciones que hay que dejar de lado. Por una parte, la extrema reafirmación de lo ya hecho, porque esto puede confundirse con las propuestas del nuevo gobierno. Por otra, parte la negación de lo hecho y sin reconocer lo avanzado puede dar una señal de pesimismo. Por el contrario, desde lo ya avanzado con éxito hay que enfrentar el futuro con optimismo y sintiéndose orgullosos de lo realizado, asumiendo que se ha hecho el mejor esfuerzo por construir una sociedad igualitaria en libertad.

Por lo tanto, lo que se quiere no es más de lo mismo, sino mejor de los mismo, reforzando lo que ha sido bueno para el país, con una nueva Concertación con nuevas ideas y fuerzas, optimista de lo que viene y puede hacer por Chile y su gente, para un nuevo periodo que enfrenta a una sociedad distinta, que debe elegir entre esta Nueva Concertación y la derecha de siempre, lo que claramente no da lo mismo.



Andres Jouannet Valderrama
Doctor en Ciencia Política
Universidad Heidelberg

Los neoconservadores y los errores conceptuales

He leído por estos días un artículo en la Revista Ya del Diario el Mercurio, titulado “Las neoconservadoras y las neoprogresistas chilenas”, en atención a una nueva generación de mujeres chilenas de entre 30 y 40 años que se diferenciarían valóricamente entre ellas. Lo cierto es que no es mi intención analizar dicho artículo escrito con tanta gracia y delicadeza que da cuenta de una expresión de la realidad de un tipo de mujeres de nuestro país, mi intención es aclarar una confusión de conceptos, especialmente el referido al neoconservadurismo.

De donde viene esto del llamado neoconservadurismo. De partida este concepto ya tiene algunos lustros, sin embargo a mediados de la década de ´1990s en el contexto de distintos regimenes latinoamericanos que aplicaron una política económica cercano al modelo neoliberal, se les comenzó a llamar de esta forma, sobre todo a aquellos dirigentes que provenían de los sectores de la derecha tradicional en nuestra región. Tal vez, el caso más emblemático fue el del Presidente Argentino Carlos Menem.

En el sentido anterior, algunos cientístas sociales, como tratando peyorativamente de clasificar a Menem y a sectores del peronismo, según ellos, de neoliberales y de derecha, sindicaron al ex Presidente y a varios de sus colaboradores como “Neoconservadores”.

Existen algunos documentos (en algunos casos muy poco rigurosos desde el punto de vista científico) que han tratado de vincular las reformas estructurales implementadas por la administración de Menem con el neoconservadurismo, en la idea que este sería el moderno rostro de la derecha, fundamentalmente en Latinoamérica. Por ejemplo Borón 1991; Vitelli 1997; Nochteff 1998; y Yannuzzi 1995; 1999, entre otros, han intentado definir el estilo político y de administración de Menem como neoconservadora, no obstante, ninguno de estos artículos alude a una definición ni menos a una conceptualización del neoconservadurismo. Gerardo Strada, en una publicación el año 1996 demostraba como Borón y otros caían en el error de sindicar al menenismo como la manifestación político-económico del neoconservadurismo, y lamentablemente se sigue cayendo en este error (no sólo en Argentina, sino como se ha señalado en la primera parte, también aquí en Chile), pese a la demostración empírica de que no existe ninguna relación directa entre las reformas neoliberales y el neoconservadurismo.

Recuerda Strada (1996) que fue efectivamente el ex Presidente Raúl Alfonsín uno de los primeros en referirse a las reformas económicas que Menem estaba implementando como reformas neoconservadoras y a partir de ahí se comenzó a sindicar a Menem desde diferentes campos como neoconservador. Contrariamente a lo que se ha planteado, el neoconservadurismo es una línea de pensamiento intelectual que ya puede encontrarse a partir de la década de ‘1930s en New York, aunque alcanzó una mayor importancia académica a partir de la década del ‘1960s al interior de la comunidad de intelectuales estadounidense. Integraron este movimiento intelectual académicos norteamericanos de izquierda, que criticaban ciertas formas de expresión social, política y cultural en USA. Los neoconservadores poseen cuatro principios: a) la vida es extremadamente compleja y el hombre no conoce bien las dinámicas de la humanidad, por lo que su capacidad es limitada para cambiar el orden de las cosas; b) el hombre es un ser intrínsecamente bueno, pero también puede deformarse y llegar a ser malo, por lo que se debe regular a este con la justicia y la proceso que ha permitido a su vez llegar a la democracia; c) el hombre es un animal social que puede desarrollar sus capacidades plenas en comunidad; d) el determinismo económico no mueve al mundo, sino que son las ideas de los hombres las que lo mueven (Gerson: 1996: 18-19). Sería largo definir y relatar el desarrollo del neoconservadurismo, no obstante sólo he enunciado algunos aspectos para dejar zanjada la espuria relación entre el neoconservadurismo y el neoliberalismo.

Contrariamente a lo que se puede pensar el neoconservadurismo de existir actualmente tiene sus raíces más vinculadas a una izquierda reformada que a una derecha que aun no le alcanza para ser neoconservadora.


Dr. phil. Andres Jouannet Valderrama
Doctor en Ciencia Política
Universidad de Heidelberg

Para consulta de autores citados véase;
http://archiv.ub.uni-heidelberg.de/volltextserver/volltexte/2004/4800/pdf/Jouannet.pdf

El modelo político chileno de los últimos años*

Chile enfrenta este año importantes decisiones que afectarán la política de este país los próximos cuatro años, dado que el 14 de diciembre de este año se deberá elegir el o la Presidente que regirá los destinos de la Nación Andina desde marzo de 2006 hasta marzo de 2010.

El panorama político-electoral actual
La elección enfrenta a tres candidatos y una candidata, los que se dividen de la siguiente forma; la derecha lleva dos candidatos, por una parte está Joaquín Lavín militante de la Unión Demócrata Independiente (UDI), partido que es de la extrema derecha y cuyos miembros, en su mayoría fueron participes de la Dictadura de Pinochet. Lavín además es segunda vez que postula, y en la vuelta anterior enfrentó al actual Presidente Ricardo Lagos, quien lo derrotó por un escaso margen. Lavín es clasificable dentro de un populismo moderado de derecha, muy cercano a posturas conservadoras de la Iglesia Católica (Opus Dei). El segundo candidato que representa a la derecha, es militante de Renovación Nacional (RN), partido de Derecha con posiciones liberales en materia económica y conservadoras en lo valórico-moral. Piñera es un exitoso empresario que ha amasado una fortuna de alrededor de mil millones de dólares y cuenta entre sus activos, ser uno de los accionistas principales de la empresa aérea LAN. Sebastian Piñera tiene además una importante carrera política y académica y entre sus cualidades cuenta el ser un buen comunicador, también se podría clasificar dentro de un populismo moderado.[1] Tomás Hirsch el tercer candidato en cuestión, representa al polo de extrema izquierda, militante del Partido Humanista, Hirsch es parte de una coalición denominada Juntos Podemos Más, que en las anteriores elecciones municipales alcanzaron alrededor de un 10%. Dentro de esta agrupación está el Partido Comunista de Chile, colectividad política que es muy importante en lo que es la cultura política chilena y que además es el eje de dicha coalición. Sus ideas fuerzas están en la línea de la protesta antiliberal y norteamericana, muy propia de los movimientos de extrema izquierda que cruzan hoy a Latinoamérica. La última Candidata en ruedo, Michelle Bachelet, socialista, ha sido Ministra de Salud y Defensa, esto último muy significativo, dado a que su padre un General de Ejercito, fue asesinado bajo las torturas de sus camaradas de armas, en la primera parte de la Dictadura de Pinochet. Bachelet representa a la Coalición que ha gobernado por casi 16 años el país denominada Concertación, la que está formada por socialistas (PS), socialdemócratas y demócratas cristianos (DC), este último partido es el partido más grande del sistema de partidos en Chile e intentó llevar una precandidata al interior de la Concertación, la ex Ministra de la Mujer, Justicia y Relaciones Exteriores, Soledad Alvear, la que finalmente depuso su candidatura, dado a que Bachelet tenía sobre ella, claramente una ventaja de adhesión en la opinión pública.

Como van las encuestas hasta hoy Bachelet se impondría con mayoría absoluta en la primera vuelta, mientras que Lavín y Piñera empatarían con alrededor de un 20% cada uno, por su parte el Hirsch, rondaría el 5% que es la votación histórica de la extrema izquierda en Chile, en este tipo de elecciones.

No obstante los votos no están contados y todavía se puede llegar a una segunda vuelta, sin embargo hay altas probabilidades que Bachelet y la Concertación gobiernen por cuatro años más, estamos hablando que la Concertación gobernaría a lo menos 20 años, los cuales se dividirían entre el Presidente Patricio Aylwin (DC) 1990-1994, Eduardo Frei Ruiz Tagle (DC) 1994-2000, Ricardo Lagos (PS) 2000-2006 y eventualmente Michelle Bachelet (PS) 2006-2010.

Por todo lo anterior, la pregunta que surge respecto de la continuidad que ha tenido esta coalición; ¿Es como han logrado ser electos en oportunidades seguidas y además cómo se han mantenido tan fuertemente unidos? La respuesta tiene que ver con el modelo de gobernabilidad que ha implementado la Concertación, la que denominaré la Revolución Democrática.

El encuentro de los contrarios[2]
La revolución democrática comienza el 11 de Septiembre de 1973, cuando los militares dan el Golpe de Estado y terminan con más de 60 años de democracia ininterrumpida en Chile. Desde ese momento comenzó lo que Aylwin denominó “el encuentro de los contrarios”, desde el exilio o en el país, socialistas y demócratas cristianos se comienzan a encontrar en foros internacionales, a través de la Iglesia Católica, que juega un rol principal en la lucha por los derechos humanos y el retorno de la democracia, u en otras instancias. A partir de fines de la década de ´1970s y principios de los ´1980s estas relaciones se comienzan a intensificar y ya hacia fines de este periodo se ponen todos bajo el liderazgo de Aylwin quien desde siempre se había jugado por una salida institucional a la dictadura, para así recuperar la democracia en paz y sin derramamiento de sangre en el proceso de transición.

Desde el 2 de febrero de 1988, día que se fundó la “Concertación de partidos por el NO”, han pasado más de 17 años, número similar al de partidos que firmaron el acuerdo para derrotar a Pinochet en el Plebiscito del 5 de octubre de 1988.

Desde aquel acuerdo netamente estratégico electoral de esos primeros años, se pasó posteriormente a un acuerdo de gobernabilidad futura, una vez que a Pinochet se le había derrotado en las urnas. Desde ahí hasta que asume Aylwin es lo que denomino la transición a la democracia y luego cuando comienza su gobierno se inicia la consolidación democrática.

Con el triunfo de Aylwin (54%), la coalición asumía el desafió de gobernar, cuestión que refrendó con la victoria de Frei (58%) en diciembre de 1993 y de Lagos (51%) en Enero de 2000.

La revolución democrática
Sin lugar a dudas, tanto la génesis como el desarrollo y evolución de la Concertación no tiene comparaciones ni en la historia política de Chile, ni menos el los proceso políticos acaecidos en América Latina el último siglo. Esto porque, por primera vez en nuestra historia gobernaba una coalición tan amplia de partidos que iba desde la centro derecha democrática hasta la izquierda socialista, pasando por el eje de la coalición que ha sido la Democracia Cristiana. Así mismo, es la primera vez que un gobierno del mismo color permanece tanto tiempo en el poder legitimado por el respaldo popular en las urnas, no sólo eso, sino que además la Concertación desde que arribo al ejecutivo ha ido imponiéndose en cada una de las elecciones que se han producido en la nueva democracia de Chile, llámese elecciones legislativas y municipales.

Además, si a lo anterior se le suma que estos tres gobiernos han hecho una revolución política que ha significado por lejos mejorar los índices económicos y sociales, que no tienen comparación con ningún otro periodo de la historia del país, más aun la “Concertación de Partidos por la Democracia” ha puesto ha Chile como el país líder indiscutido de los países de la región latinoamericana, esto porque hoy día cuenta con la democracia de mejores índices de América Latina (véase último informe de Freedom House), además del punto de vista económico y social, Chile es el país que presenta mayores avances en estas materias.

Ahora, bien existe el mito que todos los logros en materia económico-social son gracias como manejo la economía Pinochet y sus Chicago Boys. En cualquier comparación entre lo hecho por el Gobierno Militar, y quienes participaron de él, particularmente los dirigentes de la Alianza por Chile (coalición de UDI y RN) versus lo hecho por los Gobiernos de la Concertación, sale esta última aventajando por lejos a la primera.

Hay una serie de mitos construidos por medio de la información oficial emanada en tiempos de dictadura, que no ha sido muy contrastada. Así, podemos ver que en esa época muchos dirigentes de gobierno usufructuaron en términos personales de las arcas fiscales, existiendo actos de corrupción sin ningún control[3], a diferencia de lo ocurrido desde el advenimiento de la democracia, en que Chile ha presentado los mejores índices de transparencia en el uso de los fondos públicos en Latinoamérica, e incluso está por sobre países europeos como Francia, España e Italia entre otros, según señala Transparencia Internacional (véase www.transparencyinternational.org). Respecto a los índices de libertades públicas y derechos civiles, Chile exhibe hoy cifras similares a las de democracias consolidadas como las europeas, a diferencia de lo que ocurría en tiempos de la dictadura cuando el país mostraba los peores índices de Latinoamérica (véase www.freedomhouse.org). Todo lo anterior, sin ni siquiera mencionar lo relativo a la violación sostenida de derechos humanos que ocurrió en tiempos del gobierno autoritario y que muchos de los actuales políticos de la derecha cínicamente señalan que ignoraban (véase www.amnesty.org).

El crecimiento del PIB en dictadura fue de un promedio del 2,9% versus el 6,2% que se ha observado hasta hoy en la nueva democracia (1990-2004). Así mismo, la tasa de desempleo promedio durante el Gobierno Militar, fue de un 18,1% en comparación al 7,3 % que han exhibido los Gobiernos de la Concertación. Además, la inflación que fue el caballito de batalla que siempre exhibió el gobierno de Pinochet, fue de un 79% versus el 8,1% promedio durante los gobiernos de Aylwin, Frei y Lagos (véase Cepal y Banco Central de Chile). Sobra hablar de los tratados comerciales, la política de vivienda, educación, salud e infraestructura, donde las cifras e inversiones de la Concertación son cuatro veces más, en términos reales, de lo hecho en los casi 17 años de dictadura. Sin embargo lo más sintomático es la diferencia en el gasto social de ambas administraciones, puesto que desde 1990 a la fecha la inversión social ha aumentado en un 190% real.

En áreas como la política interna y externa, la economía, lo social, la cultura y los derechos humanos, la llamada “Revolución Silenciosa”[4] de la dictadura está muy por debajo de la “Revolución Democrática” llevada a cabo por los partidos de la coalición de gobierno. Ni el defensor más acérrimo de la Dictadura puede negarse frente a las cifras de estos resultados que exhiben los gobiernos de la Concertación.

Los desafíos futuros de la Concertación
Es en este contexto que ha gobernado la Concertación y si nada extraño pasara en el camino debiera prepararse para gobernar cuatro años más, cuestión que no es fácil, dado que los desafíos son cada vez mayores en una sociedad que se ha ido acostumbrando a un estilos de vida.

El actual periodo que enfrenta tanto Chile, como la Concertación, es nuevo, donde surge el liderazgo de mujeres. Esta cuestión no es menor, dado que la política fue hasta hace poco un feudo casi exclusivamente masculino. Así, hoy la candidata de la coalición de centro-izquierda es Michelle Bachelet, una mujer que viene de fuera del establishment político y que demuestra la evolución que ha ido experimentando la coalición de gobierno. Estas señales dan cuenta de un tiempo nuevo y por tanto indican el nacimiento de una Concertación renovada, sustentada en la amistad cívica que ha unido a la antigua Concertación hasta ahora, pero que enfrenta nuevos desafíos en un contexto de una sociedad diferente en un tiempo distinto.

En este nuevo proyecto hay dos tentaciones que hay que dejar de lado. Por una parte, la extrema reafirmación de lo ya hecho, porque esto puede confundirse con las propuestas del nuevo gobierno. Por otra, parte la negación de lo hecho y sin reconocer lo avanzado puede dar una señal de pesimismo. Por el contrario, desde lo ya avanzado con éxito hay que enfrentar el futuro con optimismo y sintiéndose orgullosos de lo realizado, asumiendo que se ha hecho el mejor esfuerzo por construir una sociedad igualitaria en libertad.

Por lo tanto, lo que se quiere no es más de lo mismo, sino mejor de lo mismo, reforzando lo que ha sido bueno para el país, con una nueva Concertación con nuevas ideas y fuerzas, optimista de lo que viene y puede hacer por Chile y su gente, para un nuevo periodo que enfrenta a una sociedad distinta, que debe elegir entre esta Nueva Concertación y la derecha, lo que dado las condiciones actuales de división de la oposición, no da lo mismo.

Andres Jouannet Valderrama
Dr. en Ciencia Política
Universidad de Heidelberg


*Artículo publicado por la Revista La Semana de Colombia. 22 11 2005
[1] Es importante señalar que hasta antes de esta elección los partidos de derecha RN y UDI, siempre había llevado un candidato presidencial, el que o era militante de la UDI o en su efecto más cercano a esta que a RN.
[2] Título de un libro escrito por el ex Presidente Patricio Aylwin el año 1998, donde relata todo el proceso de formación de la Concertación.
[3] Sin lugar dudas el descubrimiento de las millonarias cuentas de Pinochet y su familia en el extranjero, reafirman dicho enunciado
[4] Título del libro que escribiera Joaquín Lavín a fines de la década de ´1980s para destacar los supuestos logros en materia social que había experimentado la gente en Chile, bajo el Régimen Dictatorial de Pinochet

Tuesday, January 24, 2006

El espurio argumento de la alternancia

La escoba nueva puede barrer mejor que la escoba vieja, señala Piñera para justificar su argumento de que la alternancia es lo que el País necesita. Así mismo señala que los mejores años de la Concertación ya pasaron y por tanto nada mejor puede venir.

Ciertamente ambos argumentos son la base de lo que el candidato de derecha propone como centro para apostar a ganar las elecciones, o sea vote por mí, la alternancia es buena. Así como Lavín del 99 llamaba a votar por el cambio, Piñera de ahora llama a votar por la alternancia.

Lo sintomático es que ambos planteamientos, el del “cambio” de Lavín y el de la “alternancia” de Piñera, tienen elementos comunes que reconocen lo positivo que han sido para el país los gobiernos de la Concertación y en los programas de entonces y actuales de la derecha, se propone ampliar las líneas de gobierno ya existentes, tanto es el reconocimiento de lo positivo de los gobiernos concertacionistas que Piñera reconoce que han sido buenos para el país, más aun este cree que los mejores gobiernos de la historia de Chile han sido los liderados por dos demócratas cristianos Frei Montalva y Aylwin y que los peores gobiernos de nuestra historia política fueron los de Allende y Pinochet, el que encontrara malo al primero de los gobiernos no es de extrañar, pero fueron sus aliados en RN y la UDI quienes sustentaron políticamente a Pinochet, durante los 17 años de la dictadura.

Por tanto, en el fondo Piñera sólo tiene reconocimientos de lo que ha sido la conducción de la Concertación y su único argumento para llegar al poder es que la alternancia es mejor que la continuidad.

La alternancia que propone Piñera con sus 120 medidas es la continuidad de las políticas de la Concertación, así por ejemplo; 22 de las 120 propuestas ya existen y han sido implementadas por los gobiernos de la Concertación. Así también, más de 70 medidas se parecen extrañamente a las propuestas que aparecen en el programa de gobierno de Bachelet y el resto no aporta sustantivamente a la creatividad y originalidad de un programa de gobierno alternativo que pretenda la alternancia, incluida la idea de hacer navegable el Mapocho, propuesta que Piñera no ha podido concretar desde hace ya varios años.

Como se puede observar hay una falta de proyecto alternativo en la derecha, y en este sentido si bien la alternancia es una variable del juego democrático como señala Pasquino en su libro sobre la oposición, hay que ganársela con armas democráticas, por lo que deben ser las propuestas políticas la alternativa a la coalición gobernante, pero hasta hoy la llamada Alianza no sido capaz de concordar un proyecto distinto al de los gobiernos de la Concertación. Por tanto, más allá de la alternancia y de que gobierne la derecha esta no tiene proyecto de gobierno, por tanto no puede gobernar bien y en Chile de hoy hemos adquirido casi el derecho a que nos gobiernen bien, con proyecto viable y eso la derecha no lo puede asegurar. La cuestión más allá quien gobierne, es que queremos que nos gobiernen bien, por lo menos así nos hemos acostumbrado estos últimos 16 años.

Ciertamente como señala O’Donnell, la alternancia es una condición básica en las democracias de alta intensidad, no obstante señala el politólogo argentino, la condición es que esta exista y se de naturalmente en lo que es el juego político dedocrático, no alternancia por alternancia que es lo ha estado señalando la derecha en esta parte de la campaña. En este sentido, no hay que confundir alternancia en el poder con ser alternativa al poder. Alternativa es el proyecto que presentan los partidos políticos por intermedio de sus candidatos para que estos si son elegidos por la ciudadanía se conviertan en alternancia

Es difícil ser tanto alternancia y alternativa cuando en casi 16 años de oposición, donde se suponen que las fuerzas políticas se reagrupan en torno al objetivo de ser oposición, la derecha ha sido incapaz de ponerse de acuerdo en un plan gobierno mínimo, que aúne a la UDI y RN como proyecto político de alternancia real de gobierno.


Andres Jouannet Valderrama
Dr. en Ciencia Política
Universidad de Heidelberg

Bachelet y su entorno luego de la CEP

Y salió la encuesta del CEP, dejando una serie de resonancias en todos los comandos. Lavín definitivamente no sube y ya fue superado por Piñera (donde debo reconocer que ha sido mejor candidato de lo que yo creía, sumado a una chequera cuantiosa para hacer campaña). Este último ha tenido el acierto de maquillar su candidatura de derecha y seducir a algún electorado de centro, que votaría ya sea por la DC o el PPD. Hirsch es lo que siempre he sostenido, menos candidato que Gladis Marín y no va a ser más, pudiendo llegar posiblemente al 5%. Recordemos que Gladis sólo obtuvo el 3,5% de los votos en 1999.

El tema central de esta última encuesta pasa por lo que tanto Michelle Bachellet y su comando hagan a partir de estas cifras. Ciertamente estas no son como las anteriores, pero tampoco son tan negativas como para que no se pueda enmendar el rumbo. De la estrategia que despliegue su candidatura dependerá si ella llega a ser Presidenta o no, lo que parece obvio, pero las obviedades a veces no se ven.

La campaña que ha desplegado Bachellet en esta segunda parte ha sido un tanto deslavada y si bien ella ha presentado varias propuestas serías para su futuro gobierno, la debilidad ha estado en no centrarse en propuestas entendibles para la mayoría de la gente, vale decir, que su gran propuesta de la transformación del sistemas de AFP se ha diluido frente a los temas que han cruzado la agenda pública en el último tiempo. Contrariamente, Lavín se ha identificado con la lucha contra la delincuencia y Piñera en reducir el desempleo.

El rol del Presidente
Aunque mucha gente percibe que tanto los gobiernos de la Concertación y específicamente el de Lagos han sido buenos gobiernos, falta en la candidatura de Bachellet mayor posicionamiento de sus propios temas y en este sentido definir temas anclas que la gente entienda, lo que además requiere una profusa difusión de éstos. Así mismo, es importante buscar el puente de conexión entre la gestión de Lagos y la candidatura de Bachellet, sin que el Presidente actual, con su reconocido liderazgo, opaque la figura de la Candidata. Contrariamente a ésto debe ser él quien se ponga a disposición y bajo el liderazgo de Bachellet. Esto en la práctica significa destacar frente al electorado que Michelle Bachellet encarna los principios y la obra de los tres gobiernos de la Concertación. La señal debe ir encaminada a invitar a votar por Bachelet, lo que representará votar por un gobierno de estabilidad, crecimiento y equidad social, todos logros que la gente reconoce en los gobiernos de la Concertación.

El rol de la DC.

Esta es una elección que a partir de ahora se polariza, como lo fue la última parte de la campana de 1999, por tanto el partido que va a jugar el rol más importante en esta fase es la DC. Por lo tanto, esta colectividad debe sumar a todas sus figuras en torno a Bachellet para captar el voto de centro que se identifica con este partido, que es el que aparentemente se le está fugando a la candidata de la Concertación. En este sentido la Candidata debe verse liderando un equipo de figuras que sean realmente representativas de la DC, como Patricio Aylwin, Eduardo Frei Ruiz Tagle, Adolfo Zaldivar, Soledad Alvear, Gutemberg Mártinez y Alejandro Foxley, entre otros. De este modo, la DC debe mostrarse unida y fuerte con un discurso de partido que de confianza y gobernabilidad al país, reafirmando que seguirá siendo el partido de centro de la Concertación y esto sólo lo puede hacer si saca a sus figuras a terreno a llamar a votar por Bachellet.

La campaña

Hasta ahora, hay coincidencia que la campaña a ha sido débil y que en general las coordinaciones territoriales están descoordinadas, vale decir, que hay escasa o nula campaña en terreno, lo que significa que Bachellet tiene necesariamente que salir a regiones y a terreno, para revertir el escenario actual. Por otra parte, uno de los asesores de campaña de Bachellet, ya probó una vez como destrozar la imagen de un gran presidente, con su política de que no comunicar es la mejor comunicación. Ese mismo asesor está hoy en el comando de la Concertación y lo cierto es que ha fracasado en el periodo que ha asesorado a la Candidata, dado que aparentemente su imagen en este periodo se ha visto deteriorada.
El nuevo rumbo de Bachellet debiera estar centrado en mostrarse como la gran líder de la nueva Concertación, lo que significa demostrar que no hay en la Concertación otro liderazgo superior al de ella, y que de este modo, la figura de Bachellet está muy por sobre los liderazgos de la derecha.

Todavía hay tres buenas semanas para enmendar el rumbo y salir a buscar las voluntades de las personas, quienes luego se transformarán en los votos que hoy le están haciendo falta a Bachellet para tener un triunfo más claro.


Andres Jouannet V.
Dr. en Ciencia Política
Universidad de Heidelberg

Wednesday, January 04, 2006

¿Renovacion de la DC?

Este es el peor resultado histórico que ha sufrido la tienda de la Falange Roja desde las elecciones parlamentarias de 1958. Pero eso es historia y, sin ir más lejos la votación de la DC es la peor desde que se inauguró nuestra nueva democracia. En estos días se podrá decir otra cosa como que hay más porcentaje que en la elección anterior, pero lo que está claro es que hay menos diputados y senadores DC en el Congreso. Coincidentemente con esto, los diputados y senadores que se perdieron, son en su mayoría antiguos militantes que si bien tienen un gran merito como luchadores de la democracia, además del aporte que han hecho a la consolidación de esta, son figuras de la tradicional clase política de la DC que ha sido castigada en esta elección.

Algunos tal vez dirán que su perdida es por el mal trabajo parlamentario en terreno, lo cual tiene un porcentaje de asidero, dado que generalmente la ciudadanía premia a quienes hayan estado en contacto directo con la gente, y que además de ayudarlos a resolver problemas sociales los orientan en otros. Sin embargo, creo que otra variable de la perdida de estos parlamentarios de la generación del ´1960s y ´1970s se debe a que son figuras que representan a una DC antigua, anquilosada en su pasado glorioso, con pocas ideas que coincidan con el tiempo nuevo que vivimos.

Contrariamente a esto, las dos primeras mayorías nacionales en el país son mujer y hombre demócratas cristianos, trabajadores incansables de distrito, pero además con interesante trabajo en la cede parlamentaria, profesionales jóvenes. Me refiero a la veterinaria Alejandra Sepúlveda y al abogado Patricio Walker, quienes se empinaron por sobre el 54% de los votos de sus respectivos distritos. Resulta meritorio el resultado obtenido por Walker quien tenía una competencia muy dura en su distrito 8 que contempla las comunas de Coquimbo, Río Hurtado y Ovalle. En esta última es alcaldesa la esposa del diputado Francisco Encina que por tercera vez es arrastrado por Walker. Por otra parte compitió en su contra el actual Senador Designado Fernando Cordero quien desplegó una gran campaña en la zona con los correspondientes recursos.

Los casos relatados, muestran la cara y sello de un PDC que se empeña en hacer las cosas al contrario de cómo vienen los tiempos. Cuando la DC se desarrolló en la década de ´1960s era el típico partido de tipo popular, muy moderno para la época. Con un ideario político claro que era la carta de navegación para sus programas en el gobierno o en la oposición, logró tener un importante número de militantes, que además eran muy participativos de la estructura interna, aunque no al nivel de la participación que tienen los militantes en un partido de masas, pero si muy activa en el contexto de esos años. Además, la mayoría de sus líderes eran jóvenes de gran nivel profesional e intelectual para aquellos tiempos. Así, se comenzó a desarrollar lo que se ha denominado la cultura demócrata cristiana, que tuvo mucho éxito hasta mediados de la década de ´1990s. Sin embargo, la declinación de esta colectividad coincide con la perpetuación en el poder de las mismas figuras que brillaban en las décadas anteriores y que fueron incapaces, salvo algunas excepciones, como la del ex Presidente Aylwin, de dejar espacio para las futuras generaciones.

La DC tiene un importante contingente de figuras y militantes que están por los treinta y cuarenta y tantos, son profesionales con un alto espíritu de servicio público. Sin embargo, no sólo no se les ha dado la oportunidad de tomar importantes responsabilidades, sino que en algunos casos se les ha serrado la puerta, dándole oportunidades a los mismos de siempre en la DC.

Los partidos modernos que Pannebianco y Von Beyme definen como Profesionales Electorales, a diferencia de los partidos de tipo cartel y popular, se destacan por tener un buen contingente de cuadros preparados para los relevos políticos. Así, cuando Helmut Kohl dejó el poder, Merkel asistió a la posta que dejaba el antiguo líder alemán. Un caso similar es el de Rodriguez Zapatero, que con tan sólo 44 años asumió el Gobierno Español. La democracia cristiana tiene cuadros jóvenes, pero no se ha dado el relevo, sino que están ahí por si acaso en la eventualidad que exista algún espacio que estos puedan ocupalo. Esto es algo muy retrógrado y que deja al partido en la situación que lo cruza actualmente.

El momento actual de la DC, es la crónica de una historia que se viene gestando desde hace más de 10 años y que dice relación con un recambio generacional objetivo que tiene que haber al interior de la DC y no con recambios de maquillajes. De lo contrario, en el futuro la DC no tendrá jóvenes para hacerlo, porqué los actuales ya no serán jóvenes y no habrá relevos, dado que incluso hoy la JDC pasa por uno de sus peores momentos, con escasa representación en el mundo juvenil, ya sea universitario o territorial.

¿Tiene salida la DC?
Claramente sí, si se cambia la dirección de los hechos que este partido viene realizando religiosamente, con una dirigencia que tanto en nombres como en edad sea distinta a la que la han regido en los últimos años y con un ideario, que fundado en las ideas doctrinales del Humanismo Cristiano, sean consistentes con los tiempos actuales.

Así como los falangistas en una oportunidad rompieron con el viejo estigma del Partido Conservador, es tiempo que al interior de la DC se de esta nueva revolución generacional que cambie los destinos del partido que ha contribuido sustancialmente al desarrollo de Chile de los últimos 50 años, para que así no sólo sea un buen recuerdo de los cristianos y demócratas que alguna vez soñaron una sociedad más justa, solidaria y humana, sino que pueda recuperar los bríos de antaño y la coherencia política que necesita un partido doctrinario, profesional y electoral, vale decir un partido para esta época.