Thursday, May 03, 2007

Espejismo en Internet


Fernando Ubiergo, cantautor

Hoy sabemos que el acceso y uso masivo de tecnologías en la red cambió para siempre los hábitos de consumir música en el mundo. Internet es hoy la gran plaza donde concurren los nuevos consumidores de música, un ámbito para el que debemos encontrar modalidades que garanticen y concilien un acceso expedito y los derechos comprometidos, en condiciones de ecuanimidad, tanto para los autores como para el público en la transferencia digital de obras.

La forma en que millones de personas hoy se relacionan con la música, lejos de ser una moda es sólo el ruido, el ajuste de placas de una descomunal fuerza o tendencia que llegó a nuestras vidas para quedarse y no entenderlo es como ignorar que la Luna moviliza mareas.

Por otra parte observamos que la mayor parte de los melómanos piensa que bajar música desde Internet es gratis, cuando ciertamente no es así. Pero este mito funciona como una esplendida cortina de humo para los nodos servidores, o Carriers, que religiosamente a fin de mes nos facturan por cada segundo conectados. De algún modo, millones de personas ya están pagando en su cuenta mensual el tiempo de conexión que dedican a transferir archivos de música, sólo que su dinero va integro al bolsillo equivocado, una realidad que a los dueños de las autopistas virtuales no creo les interese modificar.
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Los carriers promueven el hábito de subir o bajar música, y exprimen hasta el último segundo de conexión de cada ciudadano. Cada bajada de canción multiplicada exponencialmente pasa a formar parte de un tragamonedas planetario. Entonces hay que tenerlo presente, bajar música desde Internet nunca es gratis, no importa si lo hacemos desde sitios informales como; Ares, Youtube o Myspace. Alguien nos está cobrando por eso.

Bajar música de Internet nos genera una sensación de gratuidad, pero es sólo la ilusión, un espejismo, pues igualmente con esta práctica remuneramos a alguien, y no precisamente a quien en justicia corresponde. Es que hoy el hábito masivo enriquece a los portadores, (léase grandes corporaciones del primer mundo) y empobrece más a los autores y músicos, que vemos como el tráfico de canciones sigue contribuyendo a engrosar las arcas de los millonarios.com

No obstante este evidente desequilibrio, a corregir, el futuro de la música transitará por Internet, que duda cabe, pues es el ámbito más promisorio y versátil que ésta haya conocido en toda su historia.
Lo importante, no solamente por los autores, es que en este medio coexistan con ecuanimidad y respeto; los derechos del autor conciliados con el natural deseo de conocer, que mueve a millones de personas a intercambiar música en Internet y sobre las que hoy pende, sutil e ingrata, una cierta sanción moral por un delito que en mi parecer, no es tal.

En lo personal, no guardo mis canciones bajo siete llaves, al contrario me gusta que las personas se acerquen a ellas, eso le da un mayor sentido a esta vocación. Sin embargo, algo muy distinto es confundir este sentir, tan común entre los músicos, con un acto de renuncia o abandono hacia el propio oficio.

Nadie, en nombre de la cultura o la santísima trinidad, debe insinuarle a un autor que renuncie a sus derechos pues en el sólo intento lesiona la dignidad de un ser humano que aspira digno, a vivir del fruto de su trabajo.

No es suficiente que una o comunidad o que el Estado reconozcan los derechos que todo autor tiene sobre sus obras, si al mismo tiempo no garantiza o resguarda la aplicación efectiva de este principio. Toda creación artística puede constituir un legado y, como tal, sumarse a tantas otras expresiones que desde un tiempo y un lugar sugieren los rasgos o referentes de la propia identidad; y esto vale para la música como para todas las expresiones creativas; libros, películas, obras teatrales, pinturas, etc. Muy especialmente en un paisaje globalizado como el que habitamos.

El rumbo a corregir consiste; en no seguir demonizando los hábitos de las personas y lograr para los autores el reconocimiento y retribución de quienes hoy lucran de sus obras, intactos.