Wednesday, April 02, 2008

La Derecha chueca




Marzo de 2008

La derecha como dimensión política ideológica, se reconoce en el mundo desde que los girondinos se ubicaron a la derecha en la Convención francesa de 1792. La mayoría de los diputados pertenecientes a ésta fracción, provenían del Estado de Gironda, eran personas, que en el contexto de la época, fueron considerado cultos e ilustrados, algunos de sus representantes destacados eran; Marie Jean de Condorcet, Jean Pierre Brissot y Pierre Victorin Vergniaud. Herederos del pensamiento de Rousseau, eran el lado moderado de la Convención, sostenían que era posible transitar a un régimen de mayores libertades públicas en conjunto con la monarquía, pero pensada ésta, no como absoluta, si no, constitucional, planteaban que el cambio se debía producir en forma pacífica.
Ese es el origen de la derecha republicana, clásica, democrática, pacífica, en el fondo derecha. Que hay de ese origen de derecha en Chile, pues nada. La derecha Chilena, es heredera de la Dictadura de Pinochet –la que es recordada por las violaciones a los derechos humanos, la corrupción, el lavado de dinero y el tráfico de armas–. Ningún demócrata de derecha, perteneciente a las democracias antiguas, se reconoce vinculado a la Dictadura de Pinochet, no solo la han despreciado, sino que lucharon contra ella, los casos más emblemáticos fueron los demócratas cristianos europeos, quienes en todos los foros mundiales denunciaron las injusticias que en Chile se cometían respecto de los derechos de las personas, al mismo tiempo, en lo mismos foros la derecha chilena defendía la obra salvadora y modernizadora de la Dictadura.
Hoy el padre de la derecha chilena está muerto, pero esta sigue los mismos moldes de sus orígenes autoritarios, versus la derecha europea, que con Cameron, Zarkozy, Rajoy se moderniza y sigue siendo fiel a la tradición de la derecha recta, moderada y democrática.
La derecha en Chile ha tenido varias oportunidades de mostrar una vocación democrática, pero al final del día, esta siempre vuelve a sus orígenes y demuestra que no es democrática y que no le interesa mejorar nuestra democracia, lo cual va directamente en detrimento de la gente.
Desde el año 1991 que se intenta reformar el sistema electoral binominal, el que no es proporcional y por tanto distribuye injustamente las fuerzas electorales dentro del parlamento, vale decir la coalición que tiene 30 mas 1 vale lo mismo que la que tiene 60, eso es una aberración, que solo es posible porqué a la derecha chilena no le conviene un sistema proporcional y por tanto sigue obstaculizando esta reforma electoral. Para que soñar, con una reforma más profunda que permita un semipresidencialismo o parlamentarismo, gobernadores o intendentes electos democráticamente, con parlamentarios regionales. Este es el punto, la derecha actúa por intereses corporativos y no de país, a diferencia de la verdadera derecha, la europea, la democrática.
La gente se da cuenta de esto, y por tanto en el futuro, pese a las propias contradicciones y errores de la Concertación, seguirán votando por la coalición gobernante, ya sea en las municipales o parlamentarias –distintos siempre son los escenarios presidenciales, donde juegan un rol importante otras variables, que tienen que ver con las particularidades de las o los candidatos–.
Qué lejos está la derecha europea, con su historia, sus tradiciones y su democrático andar, de la llamada derecha chilena, con su negra historia reciente, sin tradiciones democráticas, en fin tan “chueca” y tan poco derecha.




Andres Jouannet Valderrama
Dr. en Ciencia Política
Universidad de Heidelberg

Respeto a la política y a los partidos


Santiago 09 de diciembre de 2007
Un partido político no es un movimiento, y quien pertenece a uno de ellos sabe que está ahí voluntariamente, que debe aceptar sus reglas, las decisiones de las estructuras jerárquicas y democráticas de la institucionalidad de éste. Los partidos políticos, desde las definiciones iniciales de Hume, Rosenkranz, Michel, Weber, hasta los más modernos y actuales, como Sartory y Beyme, han definido a los partidos como instituciones jerárquicas, con estructuras funcionales disciplinadas a los objetivos del mismo.
Los partidos, en las democracias occidentales, no son movimientos, ni un grupo que se reúne sólo en torno a liderazgos coyunturales o cacicazgos permeables. Esto último ha ocurrido con generalidad en nuestra América Latina. El caso de Venezuela, que, debido al debilitamiento ético, institucional y político de los socialdemócratas y socialcristianos, degeneró en un sistema de partidos que propició corrupción e ineficiencia estatal, que finalmente hizo que la ciudadanía se desafectara de los partidos tradicionales y su clase política y se fijara en Hugo Chávez, es paradigmático. Actualmente, ambos partidos tienen escasa representación en el sistema de partidos venezolano.
Eso no lo queremos para Chile y por eso lo que le ocurre a la DC no debiera ser un festín para algunos sectores de la elite política, porque la indisciplina, la desinstitucionalización y la falta de respeto a la política afecta a todos por igual. El debilitamiento de los partidos es el al mismo tiempo el de la política y, por tanto, de la democracia, y esto lo único que genera es inestabilidad política, social y económica.
La DC, desde hace más de dos años, ha tomado decisiones importantes, las que se resumen en apostar por el liderazgo de Soledad Alvear. La actual senadora Alvear, primero derrotó a Adolfo Zaldívar como precandidato presidencial al interior de la DC, luego venció a su delfín, Jaime Mulet, con un triunfo apabullante con el 70% de los votos del partido, posteriormente realizó un Congreso Ideológico como no se había hecho desde el año 1991. Asimismo, las encuestas, desde fines de los años noventa, la dan como la persona más querida y reconocida por la ciudadanía, y pese a todo esto un sector del partido no ha reconocido su liderazgo, es como si en los años cuarenta y cincuenta el partido no hubiera reconocido el liderazgo de Frei Montalva, o que Tomic, Leighton y Aylwin hubieran cuestionado continuamente el liderazgo del Presidente. Los liderazgos se ganan por el aprecio y respaldo que la ciudadanía entrega a los dirigentes de los partidos, eso lo reconoce la ciencia política desde que Weber diferenciara al líder inglés versus el boss americano.
Así las cosas, lo que Adolfo Zaldívar ha venido haciendo es faltarle el respeto a las estructuras de la Democracia Cristiana, a su institucionalidad y a su historia. En este sentido, sus argumentos son bastantes espurios y seriamente no se creen mucho; su problema no es la defensa de la clase media o la corrección del modelo ambos eslóganes bastante confusos y con sintonía populista, su problema principal es oponerse a aquellos que en el partido son más populares que él y tienen de verdad liderazgo ciudadano. Lo cierto es que Adolfo Zaldívar no es muy popular, no aparece en las encuestas presidenciales y es uno de los personajes, junto a Pablo Longueira, que presenta más rechazo por parte de la ciudadanía.
Respeto al partido, a sus instituciones y al liderazgo de Soledad Alvear, eso no lo ha tenido Adolfo Zaldívar y simplemente debe dar un paso al costado, por su dignidad como político y por la consecuencia con sus palabras; salir de frente y no expulsado sería coherente con las afirmaciones y difamaciones que ha hecho, de lo contrario sería tan inconsecuente como lo fue cuando perdió la elección interna contra Soledad Alvear para ser precandidato presidencial, y pese a esa derrota se quedó en la presidencia del partido, demostrando lo indigno de su actuar.
Los varones de entonces, como Frei Montalva, Aylwin, Tomic, Gumucio, Leighton, tenían orgullo, coherencia, consecuencia y respeto, todo lo que Adolfo Zaldívar ha demostrado no tener estos años en que ha dejado de ser democratacristiano.

Andres Jouannet Valderrama
Doctor en Ciencia Política,
Universidad de Heidelberg.
http://www.lanacion.cl/prontus_noticias_v2/site/artic/20071208/pags/20071208194924.html

Chile en el corazón de la DC: El Congreso de las ideas




12 octubre 2007

Asistimos a un mundo globalizado, conectado y más transparente. Hoy podemos ver con más nitidez los claros y oscuros que tiene nuestra sociedad y eso nos permite darnos cuenta de cuestiones que simplemente antes no veíamos. Las comunicaciones han sido fundamentalmente las responsables de este cambio impresionante que ha experimentado el mundo los últimos años. Hacia fines de la década de los 70, Giovanni Sartori, en su obra "Homo Videns", llamaba la atención a los políticos, en cuanto a que la política como se conocía anteriormente ya no iba a ser la misma. La irrupción de los medios de comunicación de masas, especialmente la televisión, rompía las viejas formas de relación entre los políticos y la sociedad, más aún, los partidos políticos que no entendieran esto sucumbirían con los hechos concretos que las comunicaciones le exigían a la clase política.
Es en ese punto en el que estamos hoy, a pesar de que Sartori hace años ya lo pregonó; como Democracia Cristiana aún no podemos comprender que estamos en una vitrina social, donde la gente puede vernos claramente y seguir nuestros comportamientos, conductas, decisiones. Cuando los políticos de un partido hacen tal o cual cosa, las personas los están mirando. Podemos dar todos los discursos, por encendidos que éstos sean, y no nos creerán si nuestras conductas no son coherentes con aquello que decimos defender: la libertad, la justicia y la solidaridad.
Nuestros compatriotas esperan mucho de este Quinto Congreso de la DC, de aquí deben salir las ideas que permitan que por fin demos el esperado salto al desarrollo, para que la gente sencilla pueda vivir más dignamente. Este Congreso no es sólo una oportunidad para que nuestro partido se renueve, modernice y entienda los códigos de la sociedad actual; el Quinto Congreso de la DC es una oportunidad para Chile, porque el partido más importante de los últimos 50 años debe darle la conducción política a nuestro país, para que a su vez éste les dé una mejor calidad de vida a todos sus habitantes.
Por tanto, lo que salga de aquí nos va a repercutir tanto a los demócratas cristianos como a las chilenas y chilenos que esperan mucho de nosotros, pero fundamentalmente debemos en este Quinto Congreso salir más unidos que nunca para enfrentar los desafíos que nos impondrá el Congreso. Eso se hace sólo en fraternidad, ésta es la forma como los demócrata cristianos nos miramos, ésta es la expresión sublime del trato entre camaradas, la fraternidad es la posibilidad de comunión entre la libertad y la igualdad. La fraternidad está más vigente que nunca, es un modelo de sociedad que cruza el individualismo de la libertad-liberal y el colectivismo de la igualdad-igualitaria; basadas en la fraternidad las personas buscan por medio del bien común un desarrollo sustentable, armónico y complementario con el medio ambiente. La fraternidad nos lleva a cuidar y sostener la sociedad por medio de las acciones conjuntas en la comunidad y por medio del principio de la subsidiariedad acompañar solidariamente a las personas de la comunidad que necesitan del Estado para superar sus necesidades sociales. La fraternidad como principio vigente es la posibilidad de superar el igualitarismo y egoísmo de las antiguas formas de las expresiones antitéticas igualdad y libertad, que durante dos siglos y medio han intentado de forma absoluta imponerse una sobre la otra.
Por tanto, el Congreso es la oportunidad de pensar esta nueva sociedad y de mostrarnos tal como somos a ella, es la oportunidad que los DC tienen de reencontrarse en la fraternidad demócrata cristiana, el Congreso es por sobre todo un congreso de ideas, con las que podemos dar respuesta a los desafíos que este nuevo siglo nos ha puesto. El Quinto Congreso lo haremos por la patria, por su gente, lo haremos porque Chile está en el corazón de la DC.


Andres Jouannet Valderrama
Secretario Ejecutivo
V Congreso Ideológico
Partido Demócrata Cristiano Chile

http://www.lanacion.cl/prontus_noticias_v2/site/artic/20071011/pags/20071011214938.html

El Congreso de la DC




Santiago 12 de marzo de 2007

Los partidos políticos según Klaus von Beyme tienen cuatro funciones básicas, a) búsqueda de objetivos (ideologías y programas), b) articulación y agregación de intereses sociales, c) movilización y socialización de los ciudadanos sobre todo en periodo electorales, d) reclutamiento de elites y de formación de gobiernos. En el caso chileno, los partidos tienen grado de cumplimiento difuso y en algunos casos mínimos.

Por otra parte, los partidos en la actualidad, en lo que son las democracias antiguas o consolidadas, están en su mayoría en transición de partido de tipo popular a uno profesional electoral, pero en su mayoría los partidos se encuentran en este último tipo, como es el caso del PP y PSOE en España, CDU y SPD en Alemania, Conservadores y Laboristas en Inglaterra, Socialistas y Republicanos en Francia, Demócratas y Republicanos en Estados Unidos, entre otros.

En el caso chileno, los partidos están en esa transición a partidos profesionales electorales. El PPD y UDI son partidos con escasa tradición histórica, por eso se enmarcarían en lo que Katz y Maier denominan partido cartel, por otra parte, está el caso de PRSD, PS, RN y sobre todo la DC están en lo que se denomina partido de tipo popular.

Los partidos populares son los partidos del caudillo, del operador político, del clientelismo del Estado. Por su parte el partido profesional electoral es el partido de los medios de comunicación, del gerente, de las encuestas de opinión y también de las ideas.

Como en Chile no existe un partido moderno propiamente tal, lo que se juega la DC en el su V Congreso (agosto de 2006 a Octubre 2007), es modernizarse, les guste o no, a algunos de sus militantes que siempre enarbolan banderas de glorias pasadas. Por tanto, la disyuntiva que tiene el partido de la Falange, es transformarse en un partido profesional electoral o sucumbe con el pasar de los años, hasta desaparecer, cambiarse de nombre o bien fundirse con otro partido, eso ya lo que vivieron los DC italianos y contrariamente a esto la CDU alemana, en la década de ´1980s, pasó de un partido de tipo popular a uno profesional electoral, lo cual le ha permitido ser el partido más grande del sistema político germano.

Si bien en el Congreso de la DC se revisarán y actualizaran sus principios ideológicos, lo más importante que debe dejar este congreso, y que claramente tiene que ver con sus ideas, dice relación con la transformación a un partido profesional electoral, vale decir, un partido moderno en conexión con su electorado y con la ciudadanía, un partido del siglo 21, con estructura burocrática acorde y con una imagen y acción que lo muestre como partido moderno, sin improvisaciones y, naturalmente, con un solo relato, unidad y misión.

El Congreso DC, es esta oportunidad, con su primera etapa, escuchando a Chile, va en la línea correcta, la de callarse y escuchar lo que la gente quiere decirle al partido y con ese diagnóstico comenzar a diseñar el proyecto futuro que se basa en como la gente quiere ver a la DC en los próximos años.

Este proceso de reflexión idearia, no es sólo bueno para la DC sino también, para todo el sistema de partidos en Chile, que se beneficiará con un partido moderno, lo que será un influjo para el resto. Partidos institucionalizados y modernos, ayudarán a tener una mejor democracia y, por tanto, a la calidad de vida de las personas.

Andres Jouannet V.
Dr. en Ciencia Política
Universidad de Heidelberg

Revelarse vende




Santiago 15 de Septiembre de 2006


Hasta cuando, era la frase de varios transeúntes con los que me cruzaba por la Alameda la noche del 11 de septiembre y que, sin poder tomar las micros que los llevarían a sus casas, caminaban indignados y resignados a que un grupo de violentos no les permitiera arribar pronto a su hogar. Luego, la mañana del día siguiente, todo era desolación por donde las hordas de vándalos habían pasado.
La imagen que hemos proyectado estos días hacia el mundo y hacia nosotros mismos, es la de un país desintegrado, donde la modernidad y los beneficios de ésta, no han llegado a todos. Por lo mismo, esta modernidad al ser más abierta, transparenta nuestras diferencias y carencias. Del Chile provinciano, incomunicado y de regiones con número pasamos a un Chile globalizado, con acuerdos comerciales, con Internet, TV basura de los realities y programas del patético Jetset criollo. Del Chile aislado e incomunicado de los 80s pasamos al país que crece más que ninguno en América Latina, con BMWs, Porches, Mercedes en las calles, pero también de triciclos de cartoneros. Del Chile autoritario, pasamos al Chile de la libertad, donde expresarse no es delito. Del Chile anónimo, pasamos a un Chile que se observa y se recorre por las micros amarillas y por el postergado Transantiago.
La modernización trajo un Chile más prospero, pero esa prosperidad que es posible ver por las vidrieras en los televisores de plasma, no llega a los barrios periféricos de las ciudades de Chile, especialmente Santiago y eso claro que es frustrante. En definitiva tenemos libertad, pero como señala Gerald Allan Cohen, ésta no es real y plena cuando las diferencias sociales son extremas en ciertos sectores de la población, vale decir, la carencia de recursos va en contra de la posibilidad de contar con grados de libertad creciente. En este sentido, la pobreza, entendida como falta o carencia de dinero, constituye una amenaza para la libertad, sin embargo, aún cuando este planteamiento pareciera ser válido cabría preguntarse; sí, la falta de dinero, es falta de libertad, como sostiene con vehemencia Cohen, entonces yo me pregunto; ¿Cuánto dinero se necesita para ser realmente libre? ¿Cuánto es el mínimo para comenzar a ser un poco libre? Sin embargo, estoy cierto que la carencia total de medios y de un mínimo para vivir, atentan contra la libertad de las personas. No obstante, lo que más genera escasez de libertad es la diferencia que se da respeto del acceso a los bienes que tienen las personas. Esto es la ya conocida discusión de la distribución de los ingresos, que en Chile escandalosamente es una de las más injustas del mundo. Por tanto, tenemos una sociedad moderna, libre en su institucionalidad pero injusta en cuanto al acceso a ella.
Esto por ningún motivo justifica el vandalismo del 11 de septiembre, dado que la violencia expresada en esa jornada se explica por distintas circunstancias. Existe desafección por parte de sectores sociales hacia el sistema actual, a pesar de ello, su protesta es pacífica y por las vías que la democracia otorga, que dice relación con la organización y participación en los cuerpos intermedios. Esto nos demostraron unos pobladores de Peñalolen, que el mismo 11 de septiembre defendieron toda la noche su consultorio, para que los encapuchados no lo destrozaran. Quienes salen a destruir y a disparar, no lo hacen por la deficiencia de libertad que poseen, ni por defender a los pobres de Chile, lo hacen porque su comportamiento desestructurado y sin compromiso a ideas o movimientos les permite destruir, sabiendo que la sanción social se diluye, que los juzgados no los constreñirán de libertad y que la conciencia colectiva olvidará rápidamente a esta horda de asaltantes, pero por sobre todo, su reacción es una validación en su grupo, su colectivo, su tribu urbana, que no reprueba estas acciones, las valida e incluso las justifica, como también algunos movimientos de izquierda. En definitiva, esta acción se convierte en una actividad cool y con baja sanción social, incluso familiar, como señalan los sociólogos canadienses Heath y Potter, hoy día “rebelarse vende”.
Una manera de enfrentar el terrorismo urbano, que vimos esa jornada, es apoyando a quienes, a pesar de haber sido excluidos de importantes grados de libertad –como los pobladores de Peñalolén que defendieron su consultorio- participan del lado amable de la modernidad y no quieren ver Chile con una molotov en La Moneda.

Andres Jouannet V.
Dr. en Ciencia Política
Universidad de Heidelberg

Democracia y la participación en serio





Santiago, 13 de Septiembre de 2006

Ciertamente que nuestro mundo global interconectado, dista mucho de la cabaña de Henry David Thoreau, aquel viejo precursor de la desobediencia civil. Hoy día nos reconocemos en esta aldea mundial globalizada, diversa multicultural, cosmopolita. En ese reconocimiento de lo diverso está implícito el respeto a la persona humana, que en esencia es igual en su valor humano pero distinta en cuanto a su origen. Justamente en lo diferente está la riqueza de la diversidad cultural, de ahí nace el respeto que debemos tener como individuos a quienes manifiestan participando de las distintas expresiones culturales en un contexto de una sociedad heterogénea.

Vivimos en una sociedad marcada hoy por la política, el mercado y las comunicaciones, repleta de personas distintas cuyos destinos son a veces jugados por el vuelo de una mariposa. Un mundo complejo y frágil, más real y transparente, más abierto y amplio, pero cruel a la hora de la competencia, un mundo con una cultura diversa, múltiple…

En esto quiero coincidir con los sociólogos canadienses Heath y Potter, quienes señalan que “No vivimos en la ‘matriz’, ni tampoco en el ‘espectáculo’. Lo cierto es que el mundo en que vivimos es mucho más prosaico. Consiste en miles de millones de seres humanos -cada uno de ellos con su propio concepto del bie- intentando cooperar con mayor o menos éxito. No hay ningún sistema único, integral que lo abarque todo. No se puede bloquear la cultura porque ‘la cultura’ y el ‘sistema’ no existen como hechos aislados. Lo que hay es un popurrí de instituciones sociales, la mayoría agrupadas provisionalmente que distribuyen las ventajas y desventajas de la cooperación social de un modo a veces justo, pero normalmente muy injusto”

De esta justicia es de la que hablamos cuando aspiramos a reconocer la participación de las personas en democracia.


Estos días se ha levantado una gran polémica (no es lo mismo que discusión) sobre los dichos o no dichos de la Presidenta Bachelet sobre el gobierno ciudadano. Tal polémica artificial y poco conducente, es dada por la carencia en el entender lo que es la democracia en su naturaleza y origen.

La democracia actual es la que entendemos por democracia representativa y por tanto no le caben ningún otro tipo de apellidos, llámese delegativa, participativa, ciudadana, etc. La democracia es en cuanto es y respeta los mínimos de libertades públicas y derechos civiles que a esta se le exigen. Pero la democracia en esencia es un gobierno del pueblo, que son los que participan de la cívitas o sea los ciudadanos.

Sobre la democracia, ya sea el concepto o la práctica, se viene discutiendo desde hace por lo menos dos mil quinientos años, desde que a mediados del siglo VI a.C. se inaugurara en Quios-Grecia. Si bien Quios fue la primera ciudad-estado que experimentó estos cambios, evolucionando hacia una democracia, como forma de gobierno, será en Atenas donde la democracia logra su mayor expresión en aquella época. Hacia el año 507 a.C. los atenienses adoptan un gobierno popular que duraría casi dos siglos más, hasta que fue conquistada por los macedonios, alrededor del año 321 a.C., para luego ser sometida a los romanos. Para los griegos el termino democracia o demokratia, venía de las palabras griegas demos, que es pueblo, y kratos que significa gobierno. Es interesante observar como indistintamente el termino demos se utilizaba para señalar a la gente corriente, incluido los pobres, sin embargo cuando se hacía referencia a la palabra democracia, se estaba indicando peyorativamente a la gente común, por parte de la aristocracia, a quien se había despojado del gobierno. En todo caso para los atenienses y para muchas ciudades-estados griegos, la palabra democracia significaba el gobierno que permitía la participación más amplia de los denominados ciudadanos, vale decir el gobierno ciudadano.

La democracia ateniense, ha sido generalmente expuesta de diferentes formas, e incluso dependiendo de la fuente, se han resaltado una u otra característica, sin embargo la fuente más clara respecto al funcionamiento y orgánica de ésta puede ser encontrada en la oración fúnebre, que se le atribuye a Pericles, dicho discurso redactado probablemente por Tucides, destaca la fuerza política de Atenas. En ésta oración fúnebre se describe a los ciudadanos, como partes y componentes de la creación de una vida común. Los ciudadanos no deberían diferenciarse por rangos o riquezas. El demos, era lo que se entendía por poder soberano, o sea es la autoridad que tiene atribuciones legislativa y judicial. Por tanto el ciudadano puede y debe tomar directamente funciones en la administración de la ciudad-estado.

La democracia ateniense estaba caracterizada por el compromiso, con lo que ellos denominaban, virtud cívica, que era el ocuparse por el estado de la polis, subordinando los asuntos privados a la cuestión pública, o sea la cosa pública estaba por sobre la cosa privada. Esta virtud cívica sólo podía darse en la polis, dado que sólo ahí la ética y la política se podían conjugar para consagrar la virtud cívica.

Otra fuente que describe notablemente la antigua democracia griega, es la obra de Aristóteles, La Política (realizada entre el 335 y el 323 a.C.), expone y explica el funcionamiento de dicho régimen de gobierno, lo que no significa una defensa de este.

La democracia, según se describe, se caracteriza por conjugar la igualdad con la libertad, en otras palabras la democracia clásica necesariamente implica libertad y ésta por su parte requiere de la igualdad para poder desarrollare plenamente, fue este uno de los argumentos de Aristóteles, que lo llevó a cuestionar este tipo de gobierno.

Se inaugura en ésta época el homo politicus, cuyo ideal era ser ciudadano poseedor de la virtud cívica, la que se conseguía a través de la acción política. La acción política se llevaba a cabo en la ciudad y su plenitud era la participación de este homo politicus o ciudadano en el Kratos o gobierno.

Bueno, desde ahí viene el tan cuestionado gobierno ciudadano, que si bien era en su tiempo la denominada democracia directa y hoy es la que conocemos como representativa, en su espíritu y naturaleza la democracia es el gobierno ciudadano, el que existe cuando la democracia de expresa en plenitud, como es el caso de Chile.

Ya que hemos develado lo que significa democracia, que no es más ni menos que gobierno ciudadano, permítanme adentrarme en la cuestión de la participación y las expresiones de convulsión social que hemos visto estos últimos meses, sobre todo después que viéramos como una bomba molotov se prendía a la Moneda y por qué se explica este fenómeno…

Hasta cuando, era la frase de varios transeúntes con los que me cruzaba por la Alameda la noche del 11 de septiembre y que, sin poder tomar las micros que los llevarían a sus casas, caminaban indignados y resignados a que un grupo de violentos no les permitiera arribar pronto a su hogar. Luego, la mañana del día siguiente, todo era desolación por donde las hordas de vándalos habían pasado.

La imagen que hemos proyectado estos días hacia el mundo y hacia nosotros mismos, es la de un país desintegrado, donde la modernidad y los beneficios de ésta, no han llegado a todos. Por lo mismo, esta modernidad al ser más abierta, transparenta nuestras diferencias y carencias.

Del Chile provinciano, incomunicado y de regiones con número pasamos a un Chile globalizado, con acuerdos comerciales, con Internet, TV basura de los realities y programas del patético Jetset criollo.

Del Chile aislado e incomunicado de los 80s pasamos al país que crece más que ninguno en América Latina, con BMWs, Porches, Mercedes en las calles, pero también de triciclos de cartoneros.

Del Chile autoritario, pasamos al Chile de la libertad, donde expresarse no es delito.

Del Chile anónimo, pasamos a un Chile que se observa y se recorre por las micros amarillas y por el postergado Transantiago.

La modernización trajo un Chile más prospero, pero esa prosperidad que es posible ver por las vidrieras en los televisores de plasma, no llega a los los campos ni a los barrios periféricos de las ciudades de Chile, especialmente Santiago y eso claro que es frustrante. En definitiva tenemos libertad, pero como señala Gerald Allan Cohen, ésta no es real y plena cuando las diferencias sociales son extremas en ciertos sectores de la población, vale decir, la carencia de recursos va en contra de la posibilidad de contar con grados de libertad creciente. En este sentido, la pobreza, entendida como falta o carencia de dinero, constituye una amenaza para la libertad, sin embargo, aún cuando este planteamiento pareciera ser válido cabría preguntarse; sí, la falta de dinero, es falta de libertad, como sostiene con vehemencia Cohen, entonces yo me pregunto; ¿Cuánto dinero se necesita para ser realmente libre? ¿Cuánto es el mínimo para comenzar a ser un poco libre? Sin embargo, estoy cierto que la carencia total de medios y de un mínimo para vivir, atentan contra la libertad de las personas. No obstante, lo que más genera escasez de libertad es la diferencia que se da respeto del acceso a los bienes que tienen las personas. Esto es, la ya conocida discusión de la distribución de los ingresos, que en Chile escandalosamente es una de las más injustas del mundo. Por tanto, tenemos una sociedad moderna, libre en su institucionalidad pero injusta en cuanto al acceso a ella.

Esto por ningún motivo justifica el vandalismo del 11 de septiembre, dado que la violencia expresada en esa jornada se explica por distintas circunstancias. Existe desafección por parte de sectores sociales hacia el sistema actual, a pesar de ello, su protesta es pacífica y por las vías que la democracia otorga, que dice relación con la organización y participación en los cuerpos intermedios. Esto nos demostraron unos pobladores de Peñalolen, que el mismo 11 de septiembre defendieron toda la noche su consultorio, para que los encapuchados no lo destrozaran.

Quienes salen a destruir y a disparar, no lo hacen por la deficiencia de libertad que poseen, ni por defender a los pobres de Chile, lo hacen porque su comportamiento desestructurado y sin compromiso a ideas o movimientos les permite destruir, sabiendo que la sanción social se diluye, que los juzgados no los constreñirán de libertad y que la conciencia colectiva olvidará rápidamente a esta horda de asaltantes, pero por sobre todo, su reacción es una validación en su grupo, su colectivo, su tribu urbana, que no reprueba estas acciones, las valida e incluso las justifica, como también algunos movimientos de izquierda. En definitiva, esta acción se convierte en una actividad cool y con baja sanción social, incluso familiar, como señalan los sociólogos canadienses Heath y Potter, hoy día “revelarse vende”.

Una manera de enfrentar el terrorismo urbano, que vimos esa jornada, es apoyando a quienes, a pesar de haber sido excluidos de importantes grados de libertad –como los pobladores de Peñalolén que defendieron su consultorio- participan del lado amable de la modernidad y no quieren ver Chile con una molotov en La Moneda.

La primera parte expuse sobre la democracia como expresión de gobierno ciudadano, la segunda decía relación con las causas de la participación violenta en la democracia. Si se ha seguido con atención ambos argumentos, nos daremos cuenta que la democracia en este país dan las condiciones necesarias para la ciudadanía pueda participar y expresarse, pero depende de nosotros utilizar la participación como una forma de profundizar la democracia de mejorarla en cuanto a su calidad e intensidad.

La participación no es teórica, sino que es el alma de la democracia y sin esta este régimen no puede existir. En este sentido, quiero tomar las palabras de la filósofa alemana Hannah Arendt, quien señala justamente respecto a este punto, que: “La democracia debe ofrecer oportunidades para que las personas se establezcan como ciudadanos”, o sea como participantes de la democracia.




Andres Jouannet V.
Doctor en Ciencia Política
Universidad de Heidelberg